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-241- vacías se sienten. Nunca los curas y monjas se han dado tantas satisfaccio– nes como ahora, y nunca se han sentido tan insatisfechos como ahora. Si es ver– dad que "quien a Dios tiene, nada le falta", habrá que agregar que quien a Dios no tiene, aunque tenga el mundo entero en sus manos, sentirá que todo le falta. No hay sino consultar las esta– dísticas de los suicidas, de los cuales gran parte son ricos aburridos a quie– nes nada les falta, y sin embargo sien– ten que todo les falta porque tienen que acudir a los barbitúricos porque sien– ten que su vida es vacía por falta de sentido. Lo tienen todo pero les falta Dios, quien es el único que da sentido. Sólo Dios basta. "Dios mío y todas mis cosas". Cuando Dios despliega su presencia dentro de nosotros, todas las compensaciones comienzan a estar de sobra, porque cuando Dios es Dios en nosotros, Él mismo tiende a absorber en nosotros la función de bien que tienen las cosas; se convierte en todas las co– sas o en la Gran Recompensa. Yo siem– pre he pensado que la mortificación o privación de bienes es intrínsecamente inherente a las relaciones del alma con Dios, por no sé qué mecanismo psico– lógico. Lo que ocurre es que muchos ecle– siásticos de ahora prescinden, de hecho, de Dios. Y entonces sí, cuando Dios no es la Recompensa, una vida de celibato, obediencia y privación es una vida sin sentido y contraproducente. Nunca en– tenderán esos eclesiásticos que la priva– ción es a11wr, y que el amor madura y despliega la personalidad. Que los inca– paces de privarse de algo, son incapaces de amar. Llamándose progresistas, no saben ellos qué cerca se encuentran de los criterios paganos de la sociedad de consumo, cosa que, por otra parte, ellos la rechazan indignados. Yo siempre les aconsejaba a las her– manas que tuvieran sumo cuidado en ver qué clase de sacerdote llegaba para las pláticas. A veces es preferible no tener instrucción que ser instruidas con efectos perturbadores. Los fundamentos de la vida contemplativa No me .interesa dar a las hermanas armas dialécticas para discutir con los curas sobre la validez de su vida. Lo que me interesa es que tengan ideas claras sobre el valor absoluto de su vi– da contemplativa, a la que fueron lla– madas. También quisiera, con las ideas que voy a exponer a continuación, ayu– dar a algunas hermanas a recuperar la fe en su propia vida. El Reino no crece por yuxtaposición. El Reino no es "más grande" porque tengamos tantas instituciones católicas, centros misionales o sesiones de cate– quesis. El Reino crece por dentro y des– de dentro, por asimilación interior. El Reino no se puede reducir a estadísticas y proporcionalidades matemáticas. No es "más grande" porque hayamos hecho setecientos matrimonios y ochocientos bautizos. El Reino es Jesucristo. El crecimiento del Reino es, pues, proporcional al cre– cimiento de Jesucristo hacia la estatura adulta que le corresponde, hacia el Cris– to Total. Y Jesucristo crece en la me– dida en que nosotros repetimos su vida en nosotros. En la medida en que no– sotros reproducimos en nosotros los sentimientos de Jesús, sus actitudes, su conducta, sus reflejos mentales y vita– les, en esa medida crece Jesucristo. Es con nuestra vida, y no con nuestras ins– tituciones, que empujamos a Jesucristo a un crecimiento incesante. Porque Dios no nos llamó desde la eternidad para transformar el mundo con la eficacia sino "para ser conformes a la figura de su Hijo" (Rom 8, 29). Entonces, ¿ de qué utilidad me ha– blan? Una hermana desconocida y si– lenciosa puede aportar más utilidad al Reino que muchos pastoralistas juntos. ¿ Cómo pueden decir a las contemplati– vas "hagan algo que sea útil a la Igle– sia"? En la Historia de la Salvación, el único Señor es Dios. Solo Él hace por– tentos y maravillas, y no necesita de los organizadores para salvar el mun– do. Sólo El salva. Sólo necesita de Sier– vos que, en sumisión y fidelidad, trans– parenten el Rostro de su Hijo. Para re– dimir el mundo Jesucristo no fue a los foros imperiales de Roma o al areópago de Atenas sino que se dejó clavar en la Cruz, por Obediencia y Fidelidad al Padre.

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