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-240- Está, pues, el P. 'gnacio en inmejorables condiciones para ofrecernos un trabajo serio y objetivo, ei,aborado sobre bases reales. Ofrecemos este aporte a nuestras "damas pobres" para su renova– ción en fidelidad. Precisiones A lo largo de este trabajo, el lector tendrá que tener presentes estas pre– cisiones, para una recta intelección del trabajo. 1) Me dirijo preferentemente a las hermanas franciscanas contemplativas. Por eso dejo aparte todo aparato crí– tico de citas y textos. Asímismo, he tratado de redactar en el estilo más di– recto y sencillo que me ha sido posible. 2) El bagaje experimental que tiene como base este trabajo es una ventaja; pero también, una desventaja. Desven– taja en el sentido de que yo pue– do tener un enfoque unilateral. Me explico: yo parto, para mi reflexión, de una realidad observada de cerca por mí mismo, de los informes y diálogos de un gran número de hermanas; gran núme– ro pero de un solo país, con una histo– ria y situación muy particulares. Parto de una realidad, pero no una realidad unive:rsal sino 1·estringida. Podría ocu– r:dr que algunas de estas orientaciones, por haber emanado de una tal realidad, no correspondieran exactamente a la situación de las hermanas de Brasil o España por ejemplo, por no coincidir con la realidad de aquellos países y mo– naJterios. Soy muy consciente de esta limitación, y espero que las hermanasla tengan presente a la hora de la inter– pretación. 3) Las Clarisas, las Capuchinas, y las Concepcionistas tienen, cada cual por su parte, diferentes Constituciones. Co– mo yo quisiera que estas reflexiones fueran indistintamente válidas para to– das ellas, me he abstenido de utilizar su legislación. L IDENTIDAD CONTEMPLATIVA Desconcierto y desorientación Me he encontrado con muchas herma– nas en grave estado de confusión. Y ---¿ quién lo diría?- los que han metido esta confusión no son los enemigos de la Iglesia sino los mismos eclesiásticos. Con una falta total de respeto les han preguntado a las hermanas "qué hacen", "qué utilidad aportan a la Iglesia", "cuántas sesiones de catequesis han da– do" y cosas por el estilo, dichas con tanto desparpajo que espanta y descon– cierta a las pobres hermanas. Hay pá– rrocos que constantemente las invitan a "hacer algo", y les preguntan a ver de qué manera podrían integrarse en las tareas de la pastoral parroquial, que cualquiera otra manera de vivir la vida religiosa ha caducado ya. Yo aconseja– ba a las hermanas que entregaran a dichos sacerdotes el documento "Venite seorsum", porque muchos de ellos es por ignorancia que hablan así. Ha habido monasterios en que, en un solo día de retiro, un cura progresista ha dejado definitivamente confundidas a las herrnanas. A partir de la teología de las realidades terrestres, les vienen a decir que debemos amar la vida y usar de los bienes de la vida para nuestra felicidad, que somos hijos de Dios y nos quiere hijos felices, que Dios no nos ha crcaÓJ para vivir privándonos y renun– ciando a los bienes y comodidades de la vida. Y todo esto lo aplican a la obe– diencia, a la pobreza, a la observancia regular y, así, he conocido monasterios en estado de relajación por estas teo– rías entendidas con superficialidad y aplicadas con irresponsabilidad. En el fondo son pensamientos paganos. Y no andan muy lejos de aquel grito del pa– gano en la Escritura: "Comamos y be– bamos, que mañana moriremos". Las hermanas deben vivir alerta con– tra estos halagos mundanos. Deben comprender un algo que lo pueden ex– perimentar por ellas mismas. Que cuan– to más se privan por amor, más plenas y gozosas se sienten. Cuantas más com– pensaciones se dan a sí mismas, más
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