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-- 263 -- Por otra parte es signo de madurez adulta en la vida el que la persona o la familia pueda bastarse a sí misma sin apoyos externos. Este criterio es válido, a mi ver, para medir el grado de adul– tez del monasterio. En México son muy pocos todavía los monasterios que se autoabastecen sin recurrir a la limosna. Por otra parte, tanto la persona como el grupo se siente psicológicamente rea– lizado cuando trabaja productivamente. 3) Para un trabajo bien organizado hay que comenzar por derribar ese mito de qu.e las religiosas tienen que traba– jar en cosas religiosas. Yo siempre les aconsejaba que preferentemente se de– dicaran a trabajos "civiles": costura, decorado, repostería... Deben hacerse poco a poco con máquinas tejedoras y en unos cuantos años crear una infra– estructura de producción. Para un trabajo bien organizado de– ben desaparecer los caprichos e indi– vidualismos, y que las hermanas se pon– gan a trabajar no necesariamente en aquello que les gusta sino en aquello con lo que van a producir para el bien de la fraternidad. 4) Para un trabajo bien centralizado debe desaparecer tanta multiplicidad de actividades y se ha de buscar que haya tan sólo dos, o, a lo sumo, tres rubros de actividad, y rubros bien pro– ductivos. Y el trato comercial no se haga con personas aisladas sino con centros comerciales, fábricas, restaurantes, etc. 5) Para un trabajo bien remunerado, la hermana encargada de la economía podría salir, sin escrúpulos de clausura, al menos en la etapa de la organización, para consultar en distintas partes, bus– car mejores precios y mejores merca– dos. A la abadesa le corresponde ser madre y servidora de las hermanas y las tareas administrativas las debiera dejar en manos de la encargada. Las hermanas tienen que darse cuenta de que en esto de la remuneración pue– den ser bastante ingenuas y a veces las engañan. Deberán andar perspicaces y será conveniente consultar a personas conocidas que sean competentes en ma– teria económica. También la adminis– tración tendría que ser centralizada: que haya una sola hermana, encargada de recibir y entregar los trabajos y su correspondiente remuneración. ¿ Cuántas horas debieran trabajar las hermanas de un monasterio, como me– dida ideal? Se hizo una encuesta con las abadesas, y el resultado final fue en el sentido de que la medida ideal de horas de trabajo sería entre cinco y seis horas. Al que le parezca poco, habrá que recordar las obligaciones que tienen las hermanas respecto de la vida contem– plativa a lo largo del día, y que, además, nos referimos a un trabajo productivo. En los monasterios donde el trabajo está muy desorganizado es conveniente, a veces necesario, introducir, como ins– trumento de emergencia, el comité eco– nómico. Una buena parte de las abade– sas decidieron que lo hubiera en sus correspondientes casas. Su finalidad es crear una infraestructura que, con el tiempo, dé trabajo y seguridad a la fra– ternidad. El comité sería elegido por la fraternidad con voto secreto por un año, prorrogable. No olvidemos que es un instrumento de emergencia. El comité tendría un poder autónomo y omnímo– do en lo referente a la actividad pro– ductiva. Tal poder se lo daría la frater– nidad por ese tiempo determinado. Po– dría suprimir actividades e introducir otras ocupaciones que fueran más pro– ductivas en su opinión. El comité lo constituirían dos hermanas, además de la ecónoma. Esas hermanas tendrían que tener imaginación y dinamismo y una cierta competencia en su terreno, y moverse con libertad y creativamente hasta dar con esa infraestructura que dé seguridad al monasterio. Aunque el comité es autónomo, tendría que actuar en armonía con la autoridad de la casa. V. DESARROLLO DE LA VIDA CONTEMPLATIVA Arriba hemos hablado de los funda– mentos sobre los que se apoya la voca– ción contemplativa. Nos correspondería tratar ampliamen– te de los medios que activan esa voca– ción. Pero no lo voy a hacer ahora; es materia demasiado importante para ser tratada de paso. Pero tengo la decisión

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