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-253- En una palabra, tendrían que vivir la amistad en un permanente estado de renuncia fraternal. B) FRATERNIDAD A NIVEL COLECTIVO Hasta ahora hemos hablado de las obligaciones fraternas a nivel personal. Ahora tenemos que pensar en una so– ciedad fraterna, en las obligaciones fra– tern2"s que se refieren y atañen a las estructuras fraternas. Es a este nivel, sobre todo, en que ha– brán de verificarse las grandes trans– formaciones. Se trata, hasta cierto pun– to, de transformar un monasterio · en una fraternidad. Serán muchos los años que se necesitarán, creo yo, para lograr estos cambios porque habrá resistencia ya que en este capítulo se juegan inte– reses vitales. Diferencia entre la sociedad monástica y la sociedad fraterna Una sociedad monásUca es una socie– dad feudal. Y no es de extrañar porque la institución monástica nació en el se– no de una sociedad feudal, y su época de mayor esplendor coincidió con la vi– gencia de aquella sociedad. En ese tiem– po, el monasterio era un señorío feudal, o si Sé: quiere un superseñorío. En la sociedad monástica las relacio– nes llevan un signo marcadamente in– dividualista. Se originan, se desarrollan y se consuman en vertical, de arriba abajo y. de abajo arriba, tanto en el pla– no sobrenatural como en el humano. En el plano sobrenatural: "Dios y yo; yo y Dios" dentro de una órbita cerrada. Esa vida necesitaba un cierto ambiE:nte y condicionamientos para ase– gurar esa intimidad con Dios a través del aislamiento de las gentes, el silen– cio, etc. Y la institución monástica le garantizaba esos medios. En el plano humano las relaciones eran de abad a monje; a ese nivel nacen, se desarrollan y mueren las relaciones a través del dis– positivo de la obediencia, teológicamen– te bien fundamentada y sociológicamen– te bien reglamentada. La autoridad es un "señor" en la so– ciedad monástica, igual que en la so– ciedad feudal. Si bien san Benito le dio el título de "abad" (padre) sin embar– go en su esencia y psicológicamente fue siempre el "señor": en el gobierno de esa sociedad, sus decisiones eran indis– cutibles y su palabra era la primera y la última palabra. Era, además, repre– sentación de Dios. La autoridad estaba afuera y distan– te del pueblo de los monjes. Además, el monasterio es una suerte de gran em– presa y el abad necesita ser un "geren– te" que tiene que preocuparse de la mar– cha general de esa empresa. Actualmente, nuestros monasterios de clarisas conservan a medias esas carac– terísticas feudales. Ya no hay propieda– des. Pero en la marcha interna del mo– nasterio se mantienen las estructuras monásticas en el modo de gobernar, en la clausura y en otras costumbres. En 1ma sociedad fraterna, en cam– bio, las relaciones llevan un sello mar– cadamente comunitario ya que se origi– nan y se desarrollan dentro del pueblo de los hermanos. Son, pues, relaciones interpersonales. La autoridad es un anünador en una sociedad fraterna; madre, en el sentido original de esta palabra: la que da vida. Que impulsa a las hermanas hacia la madurez en un incesante crecimiento. Alguien que cuida la fraternidad y cul– tiva los valores fraternos. Alguien que estimula, alienta y consuela a las her– manas. La autoridad, en una sociedad fra– terna, no está afuera y distante, sino adentro del pueblo de los hermanos, inspirando y empujando a ese pueblo hacia un mundo más fraterno y mejor. Actúa al interior de ese pueblo cubrien– do las distancias y derribando los mu– ros que separan a hermanos de herma– nos. En una sociedad fratema la autori– dad es aquel que se dedica a los herma– nos y no a las cosas. Pa:ra las cosas hay un administrador. El superior no es el gerente sino el "servidor". El gobierno frcdemo En un gobierno frute:n10 "el poder" está, de alguna manera, e:1 el pueblo de los hermanos, y no solamente en el sen– tido de que allí se genera la autoridad

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