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- 56 - iSan Antonio tiene cierto parentesco con Savonarola; sin emibargo, aunque nuestiro biografiado apo,skofó a los tiranos, habló conitra Jios vik'.'ios del clero, contra los opresores, contra, los herejes y contra los avaros, deibemos decir que se mostró en todo momento, lleno de ardiente caridad para con to– dos los extraviados. Su latín no e 1 s elegante, pero en sus predicaciones se e:x:presa en 1Engua vul– gar y saibe establecer siempre una co– munión espiritual entre sí y los oyen– te2, de todas las clases sociales: v esto J.e pennitía penetrar sus almas ~Y lle– varlas más arüba de las miserias hu– manas, hacia la verdad de Cristo. En un códice del 1300 se halla una plegaria que recita!ba ,e,l Santo, antes de la predicación. Aunque no hay certeza histórica sobre si fue redactada por San Antonio, podemos afirmar que refleja exactamente el ,alma de aquel que fue llamado "Lucerna ardens et lucens'' (luz ardiente y esplendorosa). ''iOh luz del mundo, Dios inmenso, Eterno Padre, dador d.e sabiduría y cien– cia, compa,sivo y genie,roso dispensador de gracias espirituales, conocedor de todas las cosas, antes de que existieran, oreador de la luz y de Ia1s tinieblas~ Ex– tiend1e tu mano y toca mis la:bios, para que sean una espada afilada que armn– cien e:o:::uentemente tu ,palabra. Cambia mi lengua, oh Dios!, en agu– da saeta para predicar eficazmente tus maravillas. Envía, oh Señor!, tu Espí-– _::-itu Santo a mi corazón, para que yo pueda meditarlas íbien. Inspírnme piena– mente, santamente, misericordiosamen– te, benignamente. Vigila y fortifica desde el principio mis pensamientos y sentimientos para realizar el bien, tu disciplina me ame:-;– tre y me corrija y tu ,s,abio consejo me (6) G. Bellincini, La palabra y ei alma del Santo de Padua. Padua 193::l, p. 202. ayude, por tu infinita misericordia. Amén. Antonio llevó a la Ordien Franciscana el soplo de la cu1tum y tuvo una in– fluencia decisiva 6n la dirección inte– lectual de ,l,a misma. Su elocuencia personalísima y origi– nal sirvió de fuente de inspiración para los grandes oradores franciscanos de Ios siglos sucesivos, como San Bernardino ,de Siena; por su contenido social sirvió de modelo all Beato Bernardino de Fel– tre, mientras su mística preludia los tiempos de San Buenaventura y San Juan de la Cruz.. La caída del ,primer hombre y su rehalbilitación por la unión con Dios producen identidad de imágenes entre Dante y San Antonio, tales como la selva os-cura y fría infestada por la rpantera, la loba y el león, (es decir, los tres vicios: fa lujuria, la avaricia y la soberbia; los cuatrn círculos del infierno; y las cua– tro esferas del Paraíso, todo nos iY1d;ca que eil fümto y el Poeta bebían en ::1 misma Ifuente de inspiración ( 6). Algunas figuras poéticas antonianas llegaron a ser patrimonio del pueblo y por consiguiente de u:so común, a través de la predicación de los ah1mnos for– mados por San Antonio. Nada exc:uye que Dante, terciario :lirancis.cano, lo hu– ibiera conocido, y hubiera encontrado en las predioadones ruin motivo de i,nspira– ción. El Santo portugués, de pequeña es– tatura ,inflamado en la cairidad, austero, y, a pesar de todo, ,siempre paternal, vive en el alma del pueblo, al que tanto ha:bía amado; y el pueblo lo ama, no tanto por sus doctos conceptos teológi– cos, sino por el suihlime vuelo de sus interpretaciones místicas, por las imá– genes de fresca !belleza, en la.s cuales el ardor del Santo se une al lirismo del poeta. P. TEOFILO DE ARBEIZA

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