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-54- tener el ímpetu del mar y una a,tracción i:ritesistihle, pues tail como :lo narran sus contemporáneos, se cerraiban los tribu– nales, se suspendía el comercio y cesaba el tra1bajo para escuchar al Santo. (1) La actirvidad literaria de Antonic, e3 la consecuencia de su apostolado. Hijo de su tiempo, sigue el método y la di– I'ecdón intelectual cláska en esos años. Sigue la exégesis valiéndose de la tra– dición agustiniana, fortifica la v.erdad del dogma contra los ataques de los herejes; ha:bilísimo en aprovechar su oultura teológica para encontrar concor– dancia en la Sagracfia Escriitura, se vale de los procedimientos metódicos y de :ros marcos seguLdos por científicos y pen– sadores de la Edad Media. La crítica más reciente tan sólo le atrilbuye los Sermones Dominicales y los Sermones para las Solemnidades (2). Más ,aue una coLección de s,ermones son un grupo de puntos oratorios, pen– samientos, argumentos diversos com– puestos por el Santo para aquellos que se dedka1ban a la predicación o como afirma a}gún escritor, son esquemas de lecciones dictadas por él, para r'espon– der al de.seo de sus discípulos (3). Por eso tales esquemas nos muestran al maestro y al sabio, no al obrero de la Palaibra divina. Las idea:s oratorias, apena:s di1s.eña– das, esHm recubi,ertas de gran cantidad de citas bíblicas, de interminables análisis sobre ,el origen de ciertas pa- 1'albra:s, sutiles y valien1Jeis in:terprP.tW•· ciones morales de la Sagrada E.scri tur;i junto a comentarios teológicos, muy serenos y ,clásicamente elaborados. Con la preocupación de descuihriT conco:-– dancias y nuevos significados a cada frase, llega a darnos un sentido diverso del literal. . Y no, solamente la 'Escritur1a y la etimologia de las palaibras son Olbieto de sus meditaciones, sino también lo:; (1) Leyendas antonianas, por R. Gessi. Milán 1936, pág. 42. (2) C. Balic. Los ,escritos de Sn. Antonio doctor de la Iglesia en Actas de las semanas antonianas celebradr,s en Ro– ma y Padua en 1946, Roma 1947, pp. 229 SS. (3) A. Viscardi. Sn. Antonio de Padua, Ro– ma 1931, p. 38; F. Conconi, Sn. Anto– nio de Padua, 1932, p. 190. olbjetos inanimados, considerados como símbolos profundos de verdad, ofrecen a nuestro predioodm motivos de aná– lisis, a veces muy originales y bañados de poesía, y a VleOes diluidos en un ambiente un poco árido y artifical. El contínuo sutilizar y el esfuerzo por busca;r ·en ,el texto concordancias v eon– ceptos nuevos, fatiga la atención del lector, que no puedie menos de admirar :la preparación doctrinal del Santc, provisto de una memoria formidable y .de una sed apasionada de la verdad, que lo empujaba a ibU1Scar 'la l!uz. de Cristo ,en todas parties, para ·conducir todo el mundo hacia Cristo. Aunque por el continuo ,saltar de un argumento a otro, aparezca el di:,– curso ocuro y fragmentario, sin embar– go, se advier,te la inquietud de un a,lma, qUie transforma la ciencia en caridad; y la visión franciscana de la vida :lo empuja a olvidarse de sí mismo por sus ,propios hermanos, de.s·afi.ando a los ;poderosos die la tierra en ded'ensa die ios humildes y de los oprimidos, proclamando la santiidad de la justicia y la fuerza inmortal! de la dignidad hu– mana frente al odio y a la violencia. Con semejante predicador es e~pIT– ca:blie J,a afirma!Ción idel :gobernador gihelino del castillo de MHán, que temía más un sermón de San Antonio que el ataque de los lanceros. Su palabra llega a ser más impetuo– sa y persuasiva cuanto es más personal y directa; así también el Santo encuen– tra acentos vivísimos e imágenes de una delicada belleza, cuando se libra del frío ¡prog,rama ,esquemático de los te– mas obligados. Su alma de luchador ignora la duda y la incertidumbre al atacar el mal, donde quiera que se encuentre ... De esta manera, a través de sus palabras, podemos rervivir la época de Antonio en todas sus miserias y esplendores. Lm usureros aparecen ávidos y sin escrú– pulos; desfilan religiosos olvidados dE Dios, que buscan ri,que:ws y placeres almas que se debaten en el pecado; ti– ranos con sus manos llenas de sangre Pasaba Antonio de ciudad en ciudad de casitillo en castillo, predicando en la: plazas y en los campos. Acudía el puebh sin distinciones social'es a escuchar s1 palabra, que Huminaha las mentes, a'Vi

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