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-202- ro. El capítulo octavo de la Regla pri– mera termina con esta cláusu!a muy sig– nificativa: "Guárdense todos los herma– nos de andar recorriendo los países con la mira puesta en ninguna torpe ganan– cia". Lo que san Francisco quiere es que la fraternidad no ponga su esperanza en el dinero. Hacer del capítulo cuarto de– la Regla una cuestión de tocar o no to– car la moneda, de llevar o no llevar con– sigo dinero, no deja de ser uiia evasión hipócrita de la realidad que nos presenta el Fundador. ¿Qué significa hoy "no re– cibir dinero"? Las nuevas Constituciones de nuestra Orden han dado la verdadera interpretación del sentido real cuando hablan de no capitalizar. Y posiblemente en nuestra sociedad se .. ha hecho realiza– ·. ble por. primera vez, la observancia rigu– .J;"QS~ del capítulo, cuarto, a c~mdición de que Jo$ , hijos ·. d,e ,san.. Francisco teng3;n el. :valor,.. de renunciar .a todas aquellas estructwas ·materiale.s.y aJOdf,lS ,aqueJI~s obras nuestras, institucione&: nuestras, qu~. n<> son p9$ibles :sin ,,capi,tales .Y. ql'é- ditos bancaric,s;..Es clarp al menos que .• en virtud de.· 1~. Regla, los hemí~os me– nQr~5; deben distinguirse de los dem~s religiosos y llan1ar la at~,11ción, en medio del pueblo de .. Diqs, por l~ "?!untad c;~– lectiva de no contar con el q.inero como .medJo· de afirmación en la sociedad. 1 El 1tralbajo minorítico hoy,· ,según la Reglla ·· Cuando• san Francisco escribía la Regla definitiva, no tenía aún la fraternidad medios propios de trabajo ni de minis– terio apostólico. Cada het"mano había de procurarse la manera de trabajar y de ser útil a sus hennanos y a .los demás hombres. La Regla primera disponía que cada uno continuara ejerciendo aquel oficio o aquella profesión, que tenía an– tes de incorporarse a la fraternidad. El trabajo era un medio de. servicio minorí– tico. y de integración social en el contex– to humano normal. Es lo que aparece en el capítulo 9 de la Regla primera. La Re– gla bulada, al hablar de los que ti~nen _ la "gracia de trabajar", podía dar pie a m– terpretar el trabajo manual como una condescendencia -así lo interpretaría el sector de los doctos, entre ellos san Bue– naventura-; pero san Francisco! en el Testamento, midió las consecuencias que ~ traería para la igualdad fraterna esa in– terpretación, y reaccionó fuertemente: "Yo trabajaba con mis manos, y quiero trabajar. Y quiero firme– mente que todos los demás her– manos trabajen ... Los que no sa• ben trabajar, aprendan ..." Andando el tiempo, dos elementos harían olvidar el sentido del trabajo en la Regla: la clericalización de la Orden, que discriminaría las ocupaciones, reser– vando a los cléiigos el estudio, el minis– terio y los cargos de gobierno, y a los laicos los trabajos manuales; y en segun– do .lugar, la prohibición de trabajar ma– nualmente fuera de casa. Desde aquel mo– mento, para los hermanos laicos, no quedaba otra alternativa: o los servicios domésticos o la mendicación (11). Hoy ·nos hallamos ante una revis!ón acelerada del concepto y de la función · del trabajo en nuestras fraternidades. No ·. es sólo el trabajo •ministerial o intelec– tual (docencia) el que se hace fuera de casa,. sfuo támbién: ·el 'trabajo profesional .de toda ;clase. Es la vµelta. a la RegJa, La frá.térnidad franciscana no se define por sus ocupaciones •peculiares, . ni · por sus medios ·de acción; iii por, sus obras, sino por el sello evangélico que pone allf don– de sirve trabajando. Es la vida, no· las actividades, lo que cuenta. ' En la linea franciscana es preciso profundizar én ese se~tido de dia~onía del trabajo: "Por ·med10 del· trabaJo, _el hombre se procura los medios de subs,1s– tancia para sí y para los suyos, se une a sus hermanos y se pone al servicio d_e ellos, puede ·, practicar la ~erdad~ra can• dad y cooperar ·al perfecc10nam1ento de la creación divina •.." (Vaticano II, GS, 67). En principio no liay ningún tipo de trabajo que haya de considerarse co~o impropio del hermano menor: ?ab1da cuenta siempre de nuestra condición de menores y de peregrinos en medio de la sociedad. Las actividades diferentes no han de crear obstáculos para los lazos de fra– ternidad. Al contrario, han de reforzar– los como la fraternidad debería reforzar el ~spíritu franciscano de las actividades, (11) Véase mi estudio Communitatis franciscalis evolutio historica, en Laurentianum 7 (1966) 116-118.

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