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··- 206 - glosa", y con la misma pureza y sencillez ponerla en práctica con todas las conse– cuencias. Sabía muy bien que el progra– ma de vida imptwsto en la Regla era una aventura de fe, una aventura que la pru– dencia humana no comprendería nunca. Es lo que quiere indicar con la afirma– ción "el Señor me dio pura y simplemen– te escribir la Regla y estas palabras". Pero esa aventura, sólo perceptible al ojo de la fe, es para todos los tiem– pos y para todos los lugares. Por eso Francisco, al rechazar las interpretacio– nes (de autoridad doctrinal o de autori– dad social), prevé por el contrario las adaptaciones de fa letra de la Regla. El mismo las hizo y las aceptó, por ejemplo en la cuestión de las "casas e iglesias" y en el difícil problema de la implantación de los estudios en la fraternidad. Adap– tar la Regla quiere decir respetar el tex– to y leerlo en su sentido original, en el que le dio el fundador; pero, ante la di• ficultad de aplicarlo a la letra, pregun– tarse sinceramente por el espíritu del precepto, la "intentio Regulae" -como queda dicho-, y tratar de convertirlo en norma de vida con valentía, sin andar es– cudándose en sutilezas, que en otro tiem– po pudieron ser de orden jurídico, pero que hoy pueden ser de orden sociológico o psicológico. Francisco escribió su Re– gla para los que han hallado el camino de la "pura y santa sencillez, que confun– de toda la sabiduría de este mundo y de la carne" (Saludo a las virtudes). "Y después que el Señor me dió hermanos, ninguno me enseñaba lo que debía hacer, sino que el mismo Altísimo me reveló que debía vivir según la forma del santo evangelio". (Testamento)

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