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-204- ción abusiva" (12), es lo mismo que no re– servarse en exclusiva un lugar, no insta– larse, como la dedara el Testamento cuan– do habla de "las casas e iglesias hechas para los hermanos": hospedarse en ellas como peregrinos y extranjeros. b) "Peregrinos y extranjeros en P.ste mundo" - Es la cláusula que da la razón de lo anterior. Francisco citaba con fre– cuencia las leyes de los peregrinos: alber– gar bajo techo ajeno, transitar pacífica– mente, suspirar por la patria (2 Cel, 59). Hoy no toparemos peregrinos de Roma o de Santiago, como los que conocía san Francisco en los caminos de Europa, pe– ro nos hallaremos cada vez más con una realidad semejante: el turista, el emi– grante, quizás el refugiado, el hombre que intuye que todo el mundo debe lle· gar a ser patria de la familia de Dios. · c) itServir al Señor en pobreza y hu– mildad"- La pobreza que sirve de mode– lo a Francisco no es una pobreza virtud ascética, sino la existencia pobre, que es ;,pobreza y humildad": la del Hijo del Altísimo, ','hecho pobre por nosotros en este mundo" (cfr. lCor 8, 9), y la exis– tencia de tantos hermanos que sufren carencia, depresión social, explotación, · tristeza, enfermedad, soledad . . . Y esa pobreza-humildad se llama: minoridad. En una Iglesia, que se profesa hoy la "Iglesia de los pobres" y que se propone descubrir en cada hombre que sufre, el rostro de su Esposo Cristo, Ja misión de los hijos de san Francisco es urgente; se nos espera como reveladores del misterio redentor de la pobreza. d) "Herederm, y reyes del reino de los cielos" - "pobreza de cosas, ricos de virtudes" - ''teniendo como porción nuestra la pobreza" - "vuelta la mirada a la tierra de los vivientes". - Difícilmen– te se podían acumular más elementos bíblicos de una genuina teología escatoló– gica de la pobreza. Frente a una sociedad, ufana de sus conquistas en el campo de la materia, que cree estar construyendo por fin su paraíso de bienestar aquí abajo, pero que al propio tiempo tiene que pa– sar por la humiJlación de descubrir cada vez más trágicamente el vacío del cora- (12) Sobre la teología franciscana de la "apro– piación" y del "desapropio". Véase Voca– ción franciscana, p. 103-112. zón humano, el hombre pobre y despren– dido, que camina en esperanza y en ale– gría, fijos los ojos de la fe en la patria venidera, será mirado en el futuro como el hermano bienhechor. e) "Cada uno manifieste a sus her– manos confiadamente su propia necesi– dad" - "cada uno sirva a su hermano como quisiera ¿z mismo ser servido". - La parte final del capítulo sexto no es una mera asociación casual. A Francisco no se le oculta la dificultad real, esa di– ficultad que aflora en todas las épocas de la historia franciscana, y también en nuestra época: ¡Muy bien! Iremos por el mundo como vagabundos; no contaremos con él dinero; huiremos de toda instala– ción y de toda previsión económic~; no tendremos medios propios de vida y de acción; viviremos al día...; pero ¿cómo saldremos al paso a las necesidades ur– gentes, cómo daremos la. asistencia de– bida a los hermanos enfermos? San Fran– cisco sabía muy .bien· que, en el conflicto entre pobreza y caridad; la que debe pre– valecer es la ·caridad. Pero lo que él no admite es la posibilidad del conflieto en– tre pobres voluntarios, unidos en her– mandad evangélica; Es la porfía desbor– dante del amor fraterno, ingenioso .y de– nodado, la que ha de dar la respuesta. Ei capítúlo seifo de la Regla volverá a ser dé máxima actualidad a condición de que nosotros, los hijos de Francisco, recibamos, como dirigidá a nosotros de mánera, especial, la llamada a la conver– sión, necesaria para profesar la pobreza evangélica, en el mundo de hoy, tal como la ha formulado Pablo VI: "En un mundo en pleno desarrollo, la periri.artencia de masas y de individuos, sumidos en la mi– seria, es una llamada insistente a una conversión de la meiifalidád y de los comportamientos, en particular para vo– sotros que seguís más de cerca a Cristo en su condición terrena de anonadamien– to" (ET, 17). La fraiternild,ad minodtica en la Regla La Regla no dedica ningún capítulo especial al tema de la fraternidad, ele– mento tan importante y atrayente, cuan– to difícil de lograr, de la vocación fran– ciscana. Pero es que todo el contenido de la Regla se apoya sobre el hecho de la fraternidad; lo supone existente. Si la

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