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-- 186 -- medio cie nosotros o. como dice el Concilio. "los bienes celestiales se ha– Uau ya presentes en e$t,e rnundo" (Lumen. Gentium, 44). Esta presencia del Reino de Dios y su superioridad sobre todos los valores terrenos, cons– tituyen la razón por la que se escoge esta vida evangélica que incluye la renuncia a los mi:=:mos. La vida del religioso es testimonio de que el mun– do ya está bajo el poder de Dios. que en el mundo ya está presente la salvación de Dios que lo llena y lo transforma. Se manifiesta además la victoria de Cristo y de su gracia, porque El es quien da valentía a hom– bres débiles para abrazar este tipo de vida. Como realización de la fe ella es obra de Dios y, por eso, es signo de lo que Dios obra en el hombre por el poder de Cristo resucitado y la fuerza del Espíritu Santo, es testimonio de "la vida nueva y eterna conquistada por la redención de Cristo" (Lu– men Gentium, 44). Pero al mismo tiempo es un llamado a los hombres pa– ra abrirse por la fe y el amor a esta realidad trascendente, presente ya en el mundo por medio de la Iglesia, la cual eri los religiosos, se manifiesta como ''una comunidad 'poseída' victoriosamente por la gracia de Dios" (3). Finalmente, la vida religiosa anuncia también algo futuro, es signo profético. Prenuncia que la salvación se completará en la Gloria de Dios, en el tiempo escatológico y que todavía no hemos llegado a la meta. Así es signo escatológi,co. Los religiosos no son signo escatológico en el senti– do de que los consejos evangélicos contuvieran ahora ya, anticipadamente, la futura vida celestial y que en la virginidad se viviera ahora ya la "vida angelical", como lo pensaron algunos Padres de la Iglesia, basándose en Me. 12/25 (" ...pues .cuando los muertos resuciten, ni se casarán ni darán a sus hijas en matrimonio, pues serán como los ángeles que están en el cie– lo"). Por su renuncia a ciertos valores interinos y perecederos, los religio– sos muestran que están en camino, que buscan los valores definitivos. Ellos son 9omo "peregrinos y extranjeros" en este mundo, están en camino y es– perélll Uegar a la verdadera patria. Ellos expresan con su vida lo que es la rE)alidad df toda la Iglesfa, del Pueblo de Dios que, lleno de esperanza, es– tá. en marcha hacia la resurrección futura y· 1a gloria del Reino de Dios (Lumen Gentium, 44). . . Resumiendo, podemos decir que los religiosos participan en la tarea de la Iglesia de ser signo de salvación en el mundo. Ellos, por su vida se– gún los consejos evangélicos que implica una renuncia a ciertos valores humanos y terrenos, son signos de la transcendencia del Reino de Dio3 sobre todo lo visible,del Reino transcendente y escatológico. Este Reino está desde ahora. presente en este mundo, pero aún no ha llegado a su per– fección total. Paresa, como peregrinos, los religiosos esperan con paciencia y caminan hacia Jq gloria del Reino eterno de Dios. Así, nosotrós, los re– ligiosos, hacemos. patente el misterio de la Iglesia, servimos al Pueblo de Dios y ayudamos en la s.alvación del mundo. LA VIDÁ RJELIGIOSA DEBE SER SIGNO PARA EL MUNDO. DE HOY Los religiosos somos signo por nuestra peculiar vida según los con– sejos evangélicos. Pero lo somos para hombres concretos, que viven en un definido espacio y tiempo. Ya no podemos ser signos para el tiempo pa- (3) K. Rahner, "Sobre los consejos evangélicos", en "Esáitos de Teolü1gía" VII, Madrid, Ed. ·Tau.rus, 1967, p. 465.
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