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-195 - CONCLUSION Nosotros, los religiosos, participamos en Ja "sacramentalidad" de la Iglesia; es decir, hemos de ser, en ella y para el mundo, signos del Reino de Dios transcendente y escatológico, ya presente en este mundo, pero sin llegar todavía a su plenitud. Debemos ser signos no para el siglo pasado o el siglo XIIIº o XVIº, sino para el mundo de hoy y el hombre actual. Esto nos obliga a tener un conocimiento claro : 1) de la vida según los consejos evangélicos; 2) de nuestro carisma franciscano; 3) del mundo en el que vivimos. A través de una reflexión sería, del diálogo y de experimentos, de– bemos buscar las formas de vida más adaptadas a nuestra función de sig– nos en el tiempo actual. Sólo al encontrarlas volveremos a ser verdadera– mente, para los contemporáneos, nuestros hermanos, "luz del mundo" y "ciudad sobre el monte". "Francisco, ve y repara mi casa que, como ves, ''s'é· estd arruinando toda."

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