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-20- ?Usca de la figura del Señor; y en cada mstante, cuando parecía que esa figura ~sta:ba al alcance de la mano, ya "era ido". "Por qué siempre el alma, cuando ha encontrado a Dios, conserva o vuelve a encontrar el sentimiiento de no haberlo encontrado? ¿,Por qué ese peso de au– sencia hasta en la más íntima presen– cia? ¿Por qué esa invencible oscuridad de Aquel que es todo luz? ¿Por qué esa distancia infranqueable frente a Aquel que todo lo penetra? ¿por qué esa trni– ción de todas las cosas que, no bien :1os han dejado ver a Diios, enseguid:1 no,; lo ocultan otra vez"? (14). Es inútil que el universo entero res- ponda : "A1il gracias de!l'ramando pasó por estos sotos con presura y, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de su hmnosuran ( 15). Es inútil : seguimos a oscuras porque "verdaderamente es un Dios escondido" (Is. 45, 15). Y el desaliento ,comienza a caer como una lenta noche "mientra:; todo el día me repiten: ¿,dónde está vuestro Dios?" (Sal. 42, 3). Muchos hombres de Israel piden a Dios 1.ma "señal" para tener la seguridad de que se trata efectivamente del Señor (Jue. 6, 17; Sam. 10, 1 ss; Is. 7, 10; 38, 7-8). E:1 mismo Ahrahán pide y se le concede la ·'señal" (Gen. 15, 9-18), la antorcha de fuego. El religioso que, en su fe, entregó un dheque en blanco a Dios, desearía esa "señal" bíblica a_ue le diera seguridad y alegría en su Alianza, pero como esa "señal" no llega, cunde el cansancio y el desconcierto en las filas. Esa es exac– tamente la sensación que e,stoy captan– do, hoy día, entre los religiosos y reli– giosas. Mucihos se arrepienten de ha!berse en– tregado tan incondicionalmente (''tan absurdamente", dicen ellos) y retiran el cheque. Me he equivocado, dicen, y he perdildo ("despilfarrado", dicen) los mejores años de la vida. Otros están desfondados, fatigados de la oscuridad irreductible cíe la fe. Vie– nen a decir: "Escondiste tu rostro y he quedado desconcertado" (Sal. 29, >3). Otros siguen con alegría en su Alidn– za. Pero sienten que Dios es cuestión de vida o muerte, el todo o la nada. E identifican con el salmista para clama "Por favor, no me escondas tu rostri no me abandones" (Sal. 26, 8); "no e candas tu rostro a tu siervo" (Sal. 6 18; Sal. 12, 1-3; Sal. 87, 15; SaL 101, : Sal. 50, 7). Otras veces la fe toma cara de espí ranza. El aliento renace en el alm2 ch religioso: "Haz brillar tu rostro sobr tu S'iervo" (Sal. 30, 17); "Caminaré a 1 luz de tu rostro" (Sal. 88, 16); "Brill tu rostro sobre nosotros y estamos sa: vados" (Sal. 79, 4, 8, 20). Finalmente, el religioso sabe, en la fi que una vez que haya terminado la pr: regrinaeión de la vida, "lo veremos c;: ra a cara" (1 Cor. 13, 12) y los "servi dores le adorarán y verán su rostro (.&p. 22, 3). ¿por qué fa fe es "noche oscura" No hay nada en la mente que ant,:; no haya pasado por los sentidos. La ideas de nuestra cabeza son el resultad de un proce!So de inducción y deducciór Yo veo una m,esa y muohas mesas. y m mente extrae la idea universal de me sa. La cual idea luego la aplico, y coi la cual reconozco e identifico todas la mesas del mundo. Este mismo proceso se efectúa par: las ideas de duro o blando, frío o :a liente, rojo o blanco etc. Todas las idea han pasado anteriormente por los sen tidcs y por la imaginación. Pero aiquí está precisamente nuestr: desgrada: Dios no puede entrar o pasa por ninguno de estos sentidos. No ha~ un sexto sentido por donde Dios pue::l., ",pasar" a la fábrica de 1as ideas que e: el raciocinio. Estamos en la misma situación de u ciego de nacimiento que quisiera com prender cómo es el color rojo: se l! "imaginará" aprmdmadamente, en re ferenda a otras sensaciones como duro caliente... (16) Este ciego de nadmíen to es,tá "de noche" respecto al color ro jo porque el ,color no ha entrado por si. ojo, y tiene que "entenderlo" indirecta mente, aplicando otras ideas qu2 tiern en su cabeza. Esta es, exactamente, nuestra situa• ción. Como Dios no puede entrar po; ninguno de estos sentidos, siempre es– taremos "de noche" respecto a El. ¿QUE ha,cer? Para "entenderfo" tenemoi> qn

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