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-18- cerrar él v1eJO vino del espíritu en odres nuevos. Más bien, hay una doble tarea, pOTque hay que comenzar por des– vestir de ropajes añejos, de formas de presentación que no entiende el hom– bre moderno, al Dios de la teología, y presentarlo al hombre de hoy y del ma– ñana en la nueva visión cósmica y an– tropológica. Este es el la:rgo, doloroso, di.fícil y ne– cesario proceso de secularización. No se me ocultan los peligros, y a mi derre– dor veo los resultados: a:l desmoronar– se aquella cosmovisión en que lo:,; .es– critores sagrados envolvieron a Dios, al fallar la envoltura existe en much la sensación de que también el cointer do fallara. Al caer el mito, tambi<én viene al suelo lo "mi'tifi:cado". Y de secularización se pasa al secularisn~c "Superando el modo antropomórfi de entender, incorporaremos a nuest aceDbo mental todo el conocimienh r sultante de la ci 1 encia y de la técnic Será un progreso de nuestra mente. e< modificadón de nocione;s, imágenes imaginaciones, lenguaje, expresiones fórmulas acostumbradas. Oiertamen no es tarea fácil, pero nos acercará me talmente al Dios -verdadero" (10). 11. - PEREGRINACION DE LA· FIE La vida del creyente es una pereg.ri – nación tras el rostro del Señor. Som:Js peregrinos porque caminamos a oscu– ras, en la noche de la fe. Igual que a Abrahán, la Palabra del Señor nos ha sacado al desierto, y ,el desierto es la fe. Abrahán "salió sin saber a dónde iba" (Helbr. 11, 8). Nosotros, metidos en la peregrinación de la fe, presenti– mos que Alguien está junto a nosotros, pero no lo sentimos. Lo presentimos co– mo en unas huellas borrosas, (1 Cor. 13, 12) a tientas, "en sus efectos" dirán los filósofos. Tenemos que creer en lo que no ve– mos; y tenemos que creer en Algu:en, sabiendo de antemano que nunca, mi:en– tras vivamos, tendremos la evidencia sensible. de encontrarlo. San Gregario dirá: "No poder llegar a El, tal es nues– tro de.s,cubrimiento: el fracaso es nues– tro éxito" (11). Acostumbrados a lo que se toca y se mide, nuestro enemigo es el desaliento del que diiCé: "Dios· es una alta estre– lla; no la puedó alcanzar COII1 la mano. Dios es una sima profunda; no puedo bajar hasta allá". He aquí la aventura y .desventura del que, llamado por Dios, se pone en la peregrinación de la fe: }a tensión del que está a punto dé alca,n- zar algo con la mano y que nunca lo al– canzará (Hebr. 11, 13). La ¡;µuerte acalbará con la peregrina– ción y abrirá las puertas de la vida. En– tonces ha!brá desaparecido la noche, y arimnece:rá el Día. sobre el Cl~ "mm:a s.e pondrá el soll).),,a. fe desaparecerá y entrará en juego la evidencia. Desapa- recerá la es,peranza y sólo quedará Amor. Mientras tanto, todos los días ten mos que sa:lir al desierto, de noche, 1 busca del Señor. «¿y si no llego .1 r fin? mi desfallezco en el camino? No ir porta. Tendré la alegría de haber c rrido, penado, sudado tanto como n ha sido posible en este a,ndar, busca do el rostro de mi Señor" (12). El ,drama de la El ;peregrino de Mambré (Gen. 12, ' es ante todo un peregrino de la fe. 1 vida de Ahralhán patentiza de qué m nera la fe nos mete y compromete E un drama, y que el mantener fidelidt a la fe orig,ina nuevas situaciones co: flictivas. Dios hace la promesa a Abralhán (e su Palabra) y, en ,cambio, exi,ge la (Gen. XII - X,"'l{IV). La fe significa j garse entero. Significa un abandono i: condicional a Dios y su ·Palabra, pa lo que pase, incluso en contra de e, dencias y las reglas del sentido comú Pero esta fe obligará a Abrahán mantenerse en tensión, en una ansio: espena durante décadas de años, esp rando el hijo contra toda esperan: (Rom. 4, 18) ihasta los años de extren vejez. La fidelidad a • la fe le obliga, más e una vez, a quedar eh ridículo, por ..:r~, en cosas irnposibles, frente a su muJ 1 Sara (Gen. 18, 12-15). La fiici.eHdad a la fe lo· mantiene E perpetuo suspenso frente a la palabra e la Promesa. La promesa (de un hijo) ,

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