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-16- cuperar su sentido, ponerlo a la base de todo y restaurar la Alianza. Crisis de iidentid,ad en Dios '? Toda crisis comienza por serlo en su identidad. Si en este momento tantas instituciones de la Iglesia, Y,, la Iglesia misma están enfrentadas a una crisis de ide~tidad, la primera y gran crisis de identidad es la de Dios: ¿Quién es Dios? (3) La cuestión es ser igual a sí mismc, ser verdaderamente uno mismo. Sabe– mos cómo se pierde la imagen de sí mismo. Basta mirar uno de esos escu– dos colocados sobre la puerta de las ca– sas señoriales. Si no lo limpian de vez en cuando, el paso del tiempo lo va cu– briendo de polvo; y, después de unos años. no es posible reconocer su verda– dera imagen. El ,caso se repite en Dios. Tal vez por un respeto mágico (más que I?ºr _u:1 profundo respeto), Dios no ~ab1a sido "rev,isado" nunca. Sobre su imagen se ha acumulado la carga de nuestros mie– dos e inseguridades, el polvo de nues– tros intereses y sistemas, lo hemos he– cho aliado en muchas luchas imperialis– tas; y hoy puede aparec~r como_ un::i. caricatura de Dios, un "d10s" postizo y falso del que se rien los científico~ _Y marxistas, ;por culpa nuestra. También aquí hay que tomar el plumero y ha– cerse una pregunta: ¿cuáles son los ropajes falsos que tenemos que despo– jar para que reaparezca el ver~adero Rostro del "Dios y Padre de nuestro Se– ñor Jesucristo" (2 Cor 1.3)? En opinión de creyentes que aman vivamente al Señor, la palabra "dios" está hoy envuelta en tales resonan:-_ié:s y asociaciones ali~nado~as que es difi– cil reconocer al Dios L!bertador de la Biblia. Está, pues, por hacerse la más ra~i_c_a::. de las revisfones. Y, para esta rev1s10n de la "identidad" de Dios, para "meter– se" con Dios se necesita una fe cor..tr,1 toda prueba, porque hay que tener la seguridad de que Dios no se nos va a quedar muerto ,entre. l~s ~ano~, como en una operacion qmrurgica, smo que va a renacer más resplandeciente que nunca. Proceso desmitizante El Dios de la Biblia está revesti d0 con un ropaje cultural extraordinaria- mente primitivo. Incluso fué ad0rna1 con algunos mitos de dioses bahilónicc A partir de ahí, nosotros lo hem hecho el "dios-explicadón" de todo que no sabemos, el "dios'' que rem día nuestras impotencias, refugio co tra las perplejidades y limitacione::, ( ~ Secr(m Freud, ese "dios" es creacic b . nuestra. "hecho a nuestra imagen y s mejanza"; es la proyección de nuestr miedos e inseguridades. Tienen razón · Freud, Adler, J un Lerch, Fromm en sospechar y rechaz a la religiól!l cuyo "dios" engendra 1 pos alienados e infantiles (5). Dent de las leyes del psicoanáíis1is, este "dio era el gran "seno materno" que li~r ba (alienaba) a los hombres de los ne gos y dificultad.es de la vida, y les ev taba la lucha abierta en el campo de libertad y de la independencia (6). E este sentido tenía razón Nietzsohe arfirmar que la presencia, arriba, d.e. es "dios", había impedido que los hombr adquirieran, aquí a:b~Jo, mayoría , edad hechos eternos nmos. Solamente en este sentido podem, hablar de la "muerte de dios". Mue un "dios" mítico, el "dios" inve1;1-tac por nuestra imaginación, monopol:z:i,c por nuestro orguHo, nuestra amb1c10 nuestra ignorancia y nuestra perez~ (? Pero no es ése el Dios de la Bib,1 El verdadero Dios de la Biblia es aqu que interpela incomoda, desafía. 1' ' , 1 . responde; pregunta. No s~11;1c10n~:. n mete en conflictos. No facilita; d1f·ct: ta. No engendra niños, sin<;> adultos. p cranlo Moisés, E'lías, Ezequiel, Jerem12 Saulo de Tarso, Francis,co de Asís. Es Aquel, siempre pascual, q~e n, hace "salir" de nuestras ins,egundatiE ignorancias e injusticias, no evadi{ dolas sino afrontándolas. Aquel ql según el profeta Ezequiel, con::l\1,~e los hombres al "desierto para lit1g: con ellos .cara a cara" y, uno por un "hacerlos pasar lbajo el cayado" (Ez quie1 20, 35-37). Aquel mismo qu~ ~a, a Israel de la falsa seguridad de Eg1p y no le regala la tierra que mana led y miel sino que tienen ellos que co: quistarla palmo a palmo. Aquel ql abandona solo a Jesús, cara a la mue te. Es el Dios que engendra adultos. Aquel mismo que, después d~ _ere: al hombre no lo retiene como mno E brazos de ' mamá para librarlo de 1, riesgos de la vida, sino que rápidame

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