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- 1'27 quiátricos. El director espiritual "era", y fue re– emplazado por el psiquiatra, En eL Brasil entró entre las religiosas una loca manía, y todavía subsiste, por los tratamientos psicológicos. Y aunque es verdad que esta situación gene– ral que estoy describiendo ha sido en gran parte superada, como digo queda todavía esta obse– sión. Me espanta la frivolidad, la ligereza y su– perficialidad con que las madres provinciales y superioras locales invitan, otras veces obligan, a las Hermanas a acudir a las clínicas psiquiátri– cas. En algunos casos, para algunas Hermanas, ese tratamiento constituye una ayuda, aunque siempre epidérmica, para el mejoramiento. La inmensa mayoría de las veces constituye una enorme confusión mental y vital. Es ahí donde comienzan a molestar y asustar a sus pobres mamás preguntándoles si las rechazaron en sus primeros años de vida (pregunta absolutamente injuriosa para una mamá) o cómo fueron los meses de gestación. Y no raras veces ese trata– miento constituye un ensayo de experiencias eró– ticas dejándolas definitivamente aniquiladas en su vida interior. Sé que es grave afirmar esto. Si lo hago es porque fueron muy numerosos los informes lle– gados a mis oídos de personas absolutamente responsables. Reconozco que hay casos que exi– gen consulta psiquiátrica, pero estos casos son aquéllos en los cuales se trata de una verdadera enfermedad, cuando se trata de un caso de pato– logía, y de una patología clínica. Pero en el caso de la inmensa mayoría de las Hermanas que van a esas consultas se trata, de hecho, de falta de vida interior o de problemas fraternos. Y esto no es una afirmación apriorística. Son innumera– bles las Hermanas que fueron tratadas en clíni– cas psiquiátricas y que me confesaron que un mejoramiento en el calor fraterno y en fa inti– midad con Dios las sanó totalmente, lo que no había conseguido medio añt> de tratamiento psi– coterápico. Además esta costumbre es un verdadero aten– tado contra la economía de las Hermanas. Allá so1amente van las grandes señoras de sociedad, Me contaban que en una de esas clínicas es nor– mal cobrar pol'. una consulta 350 cruceiros (unos 50 dólares). ¡Una verdadera explotación! Comien– zan diciéndoles a las Hermanas que necesitan un tratamiento de seis meses, con consulta se– manal. Y los precios a las nubes. Y si el costo económico surtiera un mejoramiento real, aún valdría la pena. Pero quedan igual o peor que antes. Mas eso no tiene importancia. Lo triste es que esta manía de consulta psiquiátrica es un signo indicador de La vida interior de las supe– rioras y de las Hermanas. Significa que Jesucris– to es una palabra vacía y Dios un simple nombre. Las superioras no piensan que Jesucristo pueda ser LA SOLUCION y nunca se les ocurre decir– les a las Hermanas que acojan el Misterio del Señor y se sanarán. Me he convencido por la ob– servación personal que la aceptación y acogida profundas de parte de la Hermana del Misterio viviente y fascinante de Nuestro Señor J esucris– to y la experiencia del Amor maravilloso de nuestro querido Padre sana absolutamente todos los desequilibrios emocionales, excepto las ten– dencias paranóicas y esquizofrénicas, y las per– turbaciones agudas de tipo patológico. Hay otro hecho. En todo este tiempo, en mu– chas Congregaciones del Brasil, los clásicos reti– ros anuales fueron quedando caducados en el nombre de la espontaneidad y otras bonitas "étiquetas" que usan algunas Hermanas, como el respeto personal, "ya soy adulta", personali– zación y otras. Escucho frecuentemente expre– siones como ésta: hace siete años, nueve años que no he hecho propiamente retiros anuales. Más tarde aquellos retiros anuales fueron sustituidos por otros retiros "sui generis" en los que poco o nada se hablaba de Dios, de vida re– ligiosa, de la oración... "Retiros" en los que nor– malmente el Evangelio era sustituido por la psi– coterapia individual o colectiva no muy lejana, a veces, de la inspiración pansexualista freudiana. A varias hermanas escuché la siguiente expre– sión: Jesucristo fue reemplazado por Freud. Es– to, no en todas partes, naturalmente. Pero sí hubo Congregaciones, en ciertas regiones del Brasil, en las que estos retiros tan originales dejaron a una buena parte de las Hermanas con una inspiración tan hedonista que culminó en una deserción masiva. Resurgimiento y esperanza La Historia de la Salvación avanza entre vai– venes oscilantes. Y no raras veces rige la Ley del péndulo: de un extremo a otro extr~mo: En aquellas Congregaciones con un autor1tar1smo tan dominador, con una supersaturación de ac– tos de piedad, con una legi_slación tan ~et~cu~o– samente detallista e infantil, por esa d1alectica de tesis y antítesis sobrevino un relajamiento anarquizante. Era natural. Inclusive era: necesa– rio. Sólo a hachazos se destruyen los v1eJos tron- cos. Como era de prever, desde hace unos dos o tres años todo comienza a cambiar, lentamente pero con seguridad, en la mayor parte de las Congregaciones. Y en algunas de ellas, yo estoy percibiendo una recuperación que se podría ca– lificar de espectacular. La mayoría de los novicia~os h~bí_an est!-do clausurados en estos cuatro o cmco ultimos anos, Fueron años de verdadero desconcierto, llenos de confusión para las Hermanas. Los sombríos va– ticinadores, cómenzando por los "teólogos pro– gresistas" auguraban un negro porvenir ]?ara. la Vida Religiosa que, según ellos, era una mstitu– ción caducada. Las Hermanas, de tan buena vo– luntad como carentes de capacidad discernidora, creyeron ciegamente a tales vaticinadores y ven– dieron (mal vendieron) sus grandes casas y ce– rraron los noviciados y postulantados.

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