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- 104 - Presente y futuro de la franciscana feinenina fr. Lázaro lriarte, ofm. cap. Un cristiano no puede menos de saludar con gozo la celebración del Año Internacional de la Mujer. Lo han decretado los "hombres", y no se sabe si es por dar oídos a las justas reivindicaciones de los movimientos feministas o si se trata, una vez más, de pura galantería. La galantería es el medio más sagaz que posee el hombre para mantener sumisa a la mujer. Todo lo que sea halagar la vanidad y la coquetería de la mujer es obligarla a reconocer su infe– rioridad. Estaban en lo cierto aquellas mujeres que el año pasado se manifesta– ron por las calles de Londres contra los concursos de belleza. "Mientras haya mujeres que se prestan a hacer el juego a los caprichos del hombre -razo– naban-, la mujer seguirá siendo un ser inferior." Que esta consideración me ,sirva como antídoto para no incurrir, al dirigirme al sector, femenino de la familia franciscana, en esa tentación, lo que, al menos, sería poco caballeresco; Hombre y mujer son iguales. Iguales entre sí y ante Dios por derecho natural y porque son "uno en Cristo" (Gál 3,28). Una sociedad cristiana, lle– gada a madurez, debe reconocer e imponer por fin esa igualdad. Pero aun logrado ese reconocimiento a todos los niveles, hombre y mu– jer seguirán siendo diferentes, sin ser desiguales: con una constitución y un psiquismo diferentes, con misiones diferentes en la vida familiar, en la vida pública, en el pueblo de Dios. No entramos aquí en la cuestión de la exclusión de la ordenación sagrada; aun cuando llegara a superarse ese obstáculo, es claro que el "ministerio" de la mujer, si dependiera de su opción espontánea

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