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·- 120 -- Iglesia no nos necesita precisamente o sobre todo para una actividad es– pecíifica, o para llenar una necesidad espiritual. Nos necesita sobre todo para ser "transparencia" a través de la cual los hombres "vean" que Dios existe; para ser "resonancias" vivas, repetición o eco de Dios mis– mo, lo que equivale a una vocación profética en el sentido estricto de la palabra. El •religioso, un hombre que "significa" La presencia de Dios se manifiesta en el mundo a través de las per– sonas, heches y palabras. Jesucristo, la Iglesia, los cristianos son el "sacra– mento" de Dios para que el mundo crea. A todos estos signos se les pre– senta en la Escritura como algo digno de admiración que sorprende, fas– cina y atraf'. Normalmente Dios llama a los hombres a la fe por medio de otros hombres. Cuando vemos a hombres convencidos en su fe, nos sentimos reafirmados en aquello o,ue creemos y esperamos. Toda persona que se deja atraw~sar por Dios, se convierte en una teofanía o manifestación de Dios para los que lo miran. El apostolado, sin el espíritu, nos convierte en "funcionarios", y Dios no necesita profesionales sino profetas, es decir, hombres que por su identificación con Dios se transforman en resonadores o "epifanías" de Dios. Ciertamente "a Dios no Le ha visto nadie", pero se deja "sentir" a través de aquellos que por su fidelidad, se dejan invadir por El. Ahora bien. Este es precisamente el destino y razón; de ser que el Concilio encarga al religioso. Incluso es la justificación de su existencia. "A lo largo de la historia de la Iglesia, la vida religiosa ha tenido siempre y ahora con más razón, una misión profétka : la de ser testimonio escatológico" (7). El documento agrega a continuación que todo cristiano está obli– gado en virtud de su compromiso bautismal a identificarse con Cristo en su Misterio Pascual. "Pero lo propio del re:Ugioso, fo más cairaoterístlico es entregar su vida al servicio de Dios. Esta consagración peculiar es un com– promiso a vivir con ma:yor intensidad el aspecto escatológico del cristia– nismo, para ser, dentro de la Iglesia, de un modo especia:!, .testigo de ¡la ciudad de Dios" (8). El texto conciliar que marca vigorosamente ese caracter es el si– guiente: el religioso "marn.ifiesta mejor a todos los creyentes los bienes ce– lestiales,y scbre todo da ,testimonio de la vida eterna conseguida con la Redención y preanuncia la resurrección futura y la gloria del Reino" (9). 1 Como se ve, tanto el Concilio como Medellín, señalan como la razón de ser de los religiosos no una actividad apostólica, ni siquiera la actividad específica proveniente de la fundación, sino su vida testificante o signifi- (7) Ofr. "La Iglesia en la actual transformación de América Latina a fa luz del Concilio'". Segunda confereniCia General del Epi:sco·pado Latinoamericano. Me– dellín. 1966. :8n este trahajo nosntro;s siempre cita.rem.os con la abreviatura MedeHín: y la pa,gin,adón, según· Edki.onies PauJ.inais. Los su,br.a,ya!dos si,empre son nuestros. (8) Cfr Medellín II. ''Rtiligiosos", n9 2. p. 181. (9) O:llr. Lumen gentium, n'? 44. Los subrayados son siemipve nu,estvos.

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