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-119- Para mí, éstas son las causas profundas que han provocado la crisis dé identidad en los religiosos. Y como consecuencia de lo dicho (y a esto queríamos llegar) ha venido la clesorientación apostólica. Cuando tenemos conciencia clara .de "qué somos", sabemos sin dificultad "cómo obrar", porque el actuar es consecuencia natural del ser. En cambio, cuando desaparece la conciencia de su propia identidad, desaparece también la fuente de la seguridad in– terior y de la inspiración de la actividad, no se sabe en qué dirección or– ganizarse y. se desploma la razón de las cosas y del vivir. Hacia J,a re,cuperació,n ,de fa propia imagen La Iglesia nos ha dado un ejemplo de autenticidad. Metida y comprometida en la historia de los hombres, no pudo li– berarse del influjo de los tiempos y de los imperios. Habie ]J.do convivido con el imperio romano, con el feudalismo, los absolutismos y las realezas, era inevitable que se le hubieran ido agregnndo aditamentos, criterios y estilos que no eran de cuño evangélico, como ser: el individualismo, el autoritarismo. el dogmatismo... todo lo cual era determinación y poder. Tenía necesidad de "sacudir el polvo imperial", en expresión del Papa Juan. Como esos escudos que suele haber en los frontis de las casas que, de tanto recibir polvo, el tiempo llega a borrar su figura, su imagen, su identidad, así la Iglesia necesitaba "lavarse los ojos" (expresión del Pa– pa Juan) del material espúreo agregado por el tiempo, mirarse en el es– pejo del Evangelio y preguntarse: "Iglesia, ¿eres una ecuación perfecta con Jesucristo y su Evangelio? lEres tú misma, es decir, el verdadero rostro de Jesucristo?" El Concilio ha sido, pues, un esfuerzo de búsqueda de la propia identidad de la Iglesia. Y esta búsqueda rha sido una clari– ficación. Ahora bien; en esta clarificación hecha por la Iglesia sobre sus distintos cuad,os, se podría establecer el siguiente diagrama: l) El apostolado, •como actividad ministerial y organizativa corres– ponde eminentemente a la Jerarquía (el Colegio episcopal, asistido por sus Presbiterios y presidido por el Papa). Ellos son el cuerpo rector. de la Iglesia, en el sentido nato. A ellos corresponde regir y pastorear el Pueblo de Dios. (4) 2) A los laicos corresponde eminentemente la proinocióri, ordena- ción e inspiración de las realidades terrestres. (5) · ·. 3) A los religiosos les compete eminentemente ser "testigos vivien– tes'' de Dios y de. la Vida eterna. (6) De modo que si hacemos un análisis sintético de la teología conci– liar sobre la vida religiosa, tendríamos este sorprendente resultado: la (4) Ofr. Lumen Gentium, Ca¡p. III, "Constitud,ón Jerarqui:ca de la )gleS:ia;' . '(5) Ofr. Lumen Gentium, Cap. IV, "Lds Lai;cos". . . .. · (6) Cfr. Perfectae Caritatis, snbre todo los nos 1 al 7. Cfr,.·fonihién el dap 'ítti.fo VI de Lumen Gentium •en que s,e esbozan las lí:nea.s .teolé>gkas d~·fa ra.zón·de ser de la vida !"•l'ligios,a. ·. · · · ·•.. 1' :, .. ' . • ,. ·,J
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