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-48- sión, y le hizo seguir respondiendo siem– pre con generosidad a lo que el Altísimo quería de él. Buenaventura hace notar con frecuencia esa búsqueda de la volun– tad divina, que hacía al santo estar siem– re atento a cualquier signo que se le ma– nifestase. Era la docilidad "al Espíritu del Señor y su santa operación", ese Es– píritu del que él se hallaba totalmente lleno y que le "dictaba" lo que debía ha– cer. Y cuando no hallaba signo exterior alguno ni luz interior, recurría a la con– sulta del libro del Evangelio (33). Era co– mo un instinto divino, intuición certera de lo que Dios le pedía en cada circunstan– cia, pero sobre todo en los momentos im– portantes de la misión que estaba llama– do a realizar (34). Por lo mismo que "no confiaba en su propia habilidad, sino só– lo en la piedad divina" (35), procedía "se– guro y libre", con la libertad de espíritu que le daba la "pureza sincera de su fo" (36). "Mínimo entre los menores" "Admiro la humildad de san Francisco más que ninguna otra de sus virtudes" (37). En la ascética de san Buenaventura la humildad se lleva la primacía, por ser el fundamento y el sostén de toda la per– fección. Ve en la profunda y sincera hu– mildad del Poverello la razón de su aper– tura a la acción divina: "Humilde y de<;– preciable a sus propios ojos, es el prime– ro entre los pequeñuelos, o sea entre los hermanos menores" (38). "Mínimo entre los menores" (39), "quiso dar una deno– minación de humildad a su Orden de los Menores", en la cual los superiores ha– bían de vivir en actitud de servicio (40). "Amador de toda humildad" y "cimenta– do en la humildad de Cristo", mereció "ser levantado, por su gran humildad, a 33) Cfr. LM, IV, 2, 4, 5; XII, 1, 2, 7; XIII, 1, 2; Determin. quaestionum, I, Opera omnia, VIII, 338. Este opúsculo es obra dudosa de san Buenaventura. 34) LM, cap. I y II passim; II, 8; III, 2. 35) LM, X, l. 36) LM, II, 5, 7. 37) Sermón II de s. Francisco, Opera omnia, I, 576. 38) Sermón V de s. Francisco, Opera omnia, IX, 593. 39) Leg. minor, III, 4. 40) Sermón IV de s. Francisco, Opera omnia, IX, 588s; LM, VI, S. la revelación de los divinos secretos" (41). Buenaventura dedicó todo un sermón al tema de la humildad del Poverello, co– mentando el texto evangélico: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de cora– zón" (Mt. 11, 29) (42). Y es el único bió– grafo que recoge la preciosa máxima que solía repetir san Francisco y que pasaría a la Imitación de Cristo: "Lo que uno es a los ojos de Dios, eso es y no más" (43). Francisco, modelo de oración Es uno de los aspectos en que, con ser muy histórico, la Legenda maior mani– fiesta mejor su carácter de tesis. Buena– ventura es el maestro del progreso espi– ritual del "hombre interior" a base del progreso en la oración. El hombre está llamado a elevarse, a impulso de la sur– sumactio divina, desde la ruptura con el pecado hasta la transformación mística en Cristo, a través de etapas que vienen caracterizadas por la forma de oración. Esta estructura espiritual, herencia en gran parte de la escuela de San Victor y, sobre todo, fruto de la experiencia per– sonal de él mismo, la enfoca plenamen– te en la realidad mística de Francisco. En el capítulo dedicado a la piedad del santo se introduce con este esquema: "La piedad verdadera... en tal manera había llenado el corazón y penetrado las entrañas de Francisco, que se diría que había invadido todo su ser. Ella, por la devoción, lo elevaba -sursum agebat– hasta Dios, por la compasión lo transfor– maba en Cristo, por la condescención lo inclinaba al prójimo y por la amistad universal con cada cosa, hacía recordar el primitivo estado de inocencia" (44). La oración juega un papel importante en el proceso de conversión del joven Francisco: "Desconocía aún el plan de Dios sobre él, puesto que todavía no ha– bía aprendido a contemplar las cosas ce– lestiales ni se había hecho al sabor de las cosas divinas". Dios le envió la enferme– dad observa Buenaventura, "con el fin de disponer su alma a la unción del Es- 41) LM, I, 6; II, 6, 7; VI, 2, 3, 4, 8, 9; Sermón I de s. Francisco, Opera omnia, IX, 573. 42) Sermón V de s. Francisco, Opera omnia, IX, 590 - 597. 43) LM, VI, l. La expresión se halla en la Admon. 19 de s. Francisco. Cfr. Imitación de CRIS– TO, III, SO. 44) LM, VIII, 1.

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