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por el joven Francisco en la escuela jun– to a la iglesia de san Jorge. Pero aquella instrucción rudimentaria no cuenta. Francisco es un hombre sin letras, "de lenguaje inculto" (25). Y Buenaventura toma pie de ahí para ponderar las mara– villas de la gracia, que hizo de aquel "mercader iletrado, un doctor sin letras", "lleno de ciencia superior", "predicador segurísimo en la doctrina"; Dios realizó con él lo que con el pastor David, de quien hizo el mayor rey y profeta, y con el pescador Pedro, transformado en após– tol (26). Hombre "sin letras" no es, para Bue– naventura, lo mismo que hombre igno– rante. Nunca aplica a Francisco el califi– cativo de "idiota" que en cambio aplica a fray Gil, hombre "idiota" (ignorante), elevado sin embargo por Dios a una gran contemplación (27). Pero sí le llama con frecuencia simple. En el lenguaje común, simple era lo mismo que hombre de cor– tos alcances, sin cultura; pero también significal:>a sencillo, sin pretensiones ni segundas intenciones. Casi siempre que Buenaventura habla de la simplicidad de Francisco le da el sentido de sencillez, co– mo virtud evangélica, unida por lo tanto a la pureza y al candor de espíritu, a la rectitud (28). Esa pureza de corazón, unida a la di– vina intuición que comunica la contem– plación, daba al Poverello el sensus Scrip– turae en un grado muy fuera de lo co– rriente: "El cultivo constante de la oración, juntamente con el continuo ejercicio de las virtudes, había llevado al san– to a tan grande serenidad de espíri– tu que, aun no poseyendo el conoci– miento de las sagradas letras adqui– rido por el estudio, penetraba con maravillosa intuición, por la irradia– ción de los fulgores de la luz eterna, las profundidades de la Escritura... Este conocimiento era un don de Dios, ya que, por la imitación per– fecta de Cristo, realizaba por las 25) LM, I, 1; XL 2; XII, l. 26) Cfr. LM, XI, 2 y 14; XII, 1¡ Sermones de ~. Francisco II y V, Opera omnia, IX, 581 Y 593. 27) LM, III, 4. 28) LM, III, 6, 8, 9; XII, 3; Sermón I de s. Fran– cisco, Opera omnia, IX, 574. -47- obras, la verdad contenida en la Es– critura y, por la unción plena del Es– píritu Santo, tenía en su propio co– razón al Inspirador de la misma Es– critura" (29). La maravillosa fecundidad de esa "es– téril y pobrecita simplicidad" de san Francisco (30) era un título más para ver la mano de Dios en la prosperidad de la Orden. A Buenaventura le place recor– dar la respuesta dada por Cristo al fun– dador en ocasión en que éste, viéndose ignorante y despreciable, pareció desco– razonado: "He querido escogerte a tí, hombrecillo simple, para que no se pue– da atribuir lo que yo obro en ti a huma 0 na industria, sino a la gracia que viene de arriba" (31). Y escribiendo a cierto maestro de París, que hallaba dificultad, para decidirse a hacerse fraile menor, en los orígenes poco brillantes de la frater– nidad, le dice: "No te debe retraer el hecho de que, al principio, los hermanos fue– ron sencillos y sin letras; por el con– trario, eso mismo te debe llevar a confiar más en esta Orden. Te con~ fieso ante Dios que eso es precisa– mente lo que a mí me hizo más atra– yente la vida de san Francisco, por– que es parecida a lo que fue en los comienzos y en su perfección la Igle– sia; ésta comenzó primero con pesca– dores sencillos y más tarde se per– feccionó con doctores esclarecidos y sapientísimos. Esto te convencerá de que en la Religión de san Francisco Dios se complace en manifestar que no ha sido obra de la prudencia de los hombres, sino obra exclusiva de Cristo" (32). 2. EL SANTO Abierto al querer y a la acción de Dios La prontitud de ánimo era una de las cualidades naturales de Francisco. ElLt le llevó a colaborar, sin resistencia, con la acción invisible de Dios en su conver- 29) LM, XI, 1, 2. 30) LM, III, 7. 31) LM, VIII, 3; Sermón IV de s. Francisco, Opera omnia, IX, 589. 32) Epist. de tribus quaestionibus, 13, Opera omnia, VIII, 336.

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