BCCCAP00000000000000000001652

"La santa obediencia... mantiene suje– to el cuerpo a la obediencia del espíritu y a la obediencia del hermano; y nos ha– ce someternos a todos los hombres de este mundo, y no sólo a los hombres, si– no aun a todas las bestias y fieras, de forma que puedan hacer de nosotros to– do cuanto les conceda desde lo alto el Señor Dios" (123). Como es natural, no falta de vez en cuando el enfoque a través de la teoría bonaventuriana de las rationes exempla– res, que hacen del mundo creado "som– bra, camino, huella, libro escrito por fuera, reverbero del divino ejemplar, es– pejo de las perfecciones divinas"... (124). Francisco, observa Buenaventura, "con– templaba en las cosas hermosas al que es hermosísimo y, por las huellas impresas en las cosas (hermosas) en todas par– tes buscaba al Amado, haciendo de todo escala para subir a poseer a Aquel que es centro de todas las aspiraciones; con afecto de singular devoción saborea– ba esa bondad fontal en cada una de las creaturas, que no son sino riachuelos de la misma..." (125). 7. FE A N CISC O FUNDA.DO R Ya insinuamos en la introducción que lo que movió a san Buenaventura, luego de su elección como ministro general, a tomar sobre sí la tarea de escribir la bio– grafía definitiva, por decirlo así, de san Francisco fue la necesidad de poner re– medio a la tensión interna de la Oden, proveniente del contraste cada día ma– yor entre el ideal primitivo de una parte, tal como lo tenían presente los que vi– vieron la aventura evangélica junto al fundador, y por otra parte la realidad a la que había llevado una evolución inevi– table. Buenaventura halla la Orden evo– lucionada, y la acepta como la halla. Pero piensa que no habrá paz interna mien– tras no se consiga una pedagogía unifor– me del ideal y, para ello, una interpreta– ción de la vida y del pensamiento de Francisco que tod,os acepten. La Legenda 123) Laudes de vírtutibus, ed. H. Boehmer, p. 43. 124) Collat. in Hexaemeron. XII, 14, Opera om– nia, V, 386. 125) LM, IX, l. -59- maior responde a esa exigencia, y Bue– naventura ha sabido llenar su cometido con tino magistral. No ha falseado los hechos, pero los ha seleccionado, los ha ordenado, insistiendo en unos, dejando otros en la penumbra, cuando no omi– tiéndolos absolutamente si no convenían a la perspectiva premeditada. Francisco, "cumplidor, guía y heraldo de la perfección evangélica" (126), debía ser reconocido por todos de la misma manera como Padre y modelo. Puesto que es tema ya estudiado sufi. cientemente entre los críticos, me limi•• to a algunos aspectos más característicos. Legislador y espejo de perfección Buenaventura, situando siempre a Fran– cisco en el plano de la historia de la sal-– vación, lo presenta como un nuevo Moi-– sés, que de Dios recibe la Regla "en el monte de la contemplación" como el pri– mer Moisés recibió la Ley en el monte Sinaí; él mismo tenía la seguridad de que la Regla no era cosa propia, sino que Ie había sido revelada de lo alto (127). Y Dios puso el sello a esa Regla, como para demostrar que no era humana. Buenaventura estaba de acuerdo con el grupo de los celantes en que Francis– co debía seguir siendo la Regla viva. Lo presenta constantemente como modelo y ejemplar de todos los hermanos. El san– to "tenía la conciencia de haber sido da– do como ejemplo a los demás" (128). Los hechos aducidos en este sentido están tomados de Celano. Pero lo propio de san Buenaventura es la atención a presentar a Francisco como dechado de superior, guía y pastor solícito de los hermanos, presente siempre en espíritu a cada grupo, a los capítulos provinciales, aun a la conciencia de cada uno (129). Interpretación del ideal de pobreza Aceptar la evolución de la Orden no equivalía, para Buenaventura, a conside- 126) LM, Prol. l. 127) Cfr. LM, IV, 11; Sermo super Regulam, 2, Opera omnia, VIII, 438. Este sermón, con todo, se duda que sea de san Buenaven– tura. 128) LM, 111, 7. 129) Cfr. LM, III, 7; IV, 4, 5, 10; VIII, 3; IX, 4, 6.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz