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-242 - 2. EN ESTA PORCION DE LA VIÑA ... Dios nos ha colocado en este escenario de América Latina. Un rin– cón de la Viña del Señor que nos corresponde cultivar, para edificar el Reino. Nos corresponde, además, enriquecer la Iglesia de este continente– con nuestra herencia, el carisma franciscanismo. Nos juntamos en Quito para confrontar nuestra realidad latino– americana con el Esquema. Se trató de analizarlo "desde" nuestra pers– pectiva. Podríamos hablar de nuestro ángulo óptico. Para que los lecto– res puedan valorar equilibradamente los juicios, sugerencias y reclamos del Encuentro de QUITO, vamos a trazar los problemas fundamentales, los "datos de base" de América Latina. Que América Latina constituye un caso aparte fue una convicción que nació y fue creciendo a lo largo de las sesiones en Quito, aunque no por eso se le ocurrió a nadie pedir ni sugerir una legislación especial pa– ra este continente. Estadísticamente América Latina constituye una tercera parte de la Iglesia Católica pero con una desproporción fantástica en el porcentaje de "número de fieles por sacerdote" (cfr. "Pro Mundi Vita", n 9 21, 1968). Esto es un círculo vicioso; hay pocos sacerdotes porque hay poca vitali– dad espiritual, y hay poca vitalidad espiritual porque hay pocos sacer– dotes, es decir, es signo de debilidad y al mismo tiempo causa del debili– tamiento de la vitalidad cristiana. Añádese a esto la inestabilidad polí– tica y el subdesarrollo económico y social y llegaremos a ~omprender la enorme preocupación de 13 Iglesia por América Latina. Socialmente América latina pertenece al grupo llamado del Ter– cer Mundo, pero al mismo tiempo se diferencia notablemente por· ejemplo de la India o del Africa que también integran el Tercer Mun– do, por el hecho de que estos países de América latina nacieron y viven oficialmente en la cultura y religión católica, - y podríamos agregar entre parentesis, bajo una fuerte presencia franciscana. Estos datos tie– nen que suscitar, en nuestras conciencias, interrogantes inquietantes porque tendríamos que preguntarnos qué clase de cristianismo era éste– que ha producido un orden social tan injusto. A) MISIONES Un buen número de los asistentes a Quito representaba a entida– des que llamamos "misiones". Para nosotros fue una revelación: gran parte de los capuchinos de América Latina son misioneros, "sensu cano– nico". A lo largo de los días, nos dimos cuenta de que se trata de hombres que despliegan una intensa vida apostólica, codo a codo con el pueblo humilde, "marginado", de las grandes zonas indígenas. Viven como "pere– grinos y extranjeros", reproduciendo casi literalmente la vida itinerante– de la primitiva comunidad apostólica y franciscana. Esto da a sus vidas gran densidad apostólica y una sab1durí_a que no se almacena en los con– gresos ni en las aulas universitarias. Decimos todo esto para la hora de– interpretar rectamente muchas sugerencias y protestas que en Quito se expresaron y aquí quedan estampadas.

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