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-240- 1) El err.or primero y último reside en las raíces mismas: a la Co– :misión redactora se le "encargó" trabajar sobre el texto de las Constitu– ciones vigentes hasta ahora. "Remiendo nuevo en un vestido viejo": re– visión, pues, y no una nueva redacción. Un paso en falso, en opinión de la Asamblea, que arrastrará en forma eslabonada incalculables impli– cancias y consecuencias. La Asamblea de Quito lamentó repetidamente este punto de par– tida "en falso", calificándolo de un mal casi irreparable. "Es lo peor que pudo haber ocurrido a nuestra Fraternidad", se dijo. En un tiempo en que la historia del hombre está sometida a una aceleración vertiginosa y las formas históricas se desplazan y se anulan a cada instante, este método de trabajo equivale a situarse contra la Historia y sus signos - signos de Dios - para seguir aferrados a formas caducas sin la dispo– nibilidad del ''espíritu de pobreza" y con el culto a la forma''. Así se explica el hecho de que el Esquema Provisorio de las Cons– tituciones adolezca de contradicciones y altibajos, tanto en la forma co– mo en el fondo, de los que hablaremos más tarde; así como de ciertas depresiones lamentables como el capítulo tercero contra el cual los asambleístas dispararon la artillería gruesa en forma inmisericorde. El texto del Esquema está acompañado de un formidable aparato crítico. Significa que la Comisión trabajó a fondo. Pero "no nos hacemos nada con el aparato científico si las raíces y el espíritu siguen intactos", se dijo. A la Comisión se le obligó a un método de trabajo que no permi– te ninguna "subsanatio in radice", por mucho entusiasmo que ponga en la tarea. A esto se debe también la sensación reinante en Quito en el senti– <lo de que muchas de estas prescripciones han nacido envejecidas y, de consiguiente, caducas. Alguien dijo: "Estamos dejando pasar un precioso "cuarto de hora" de la historia". 2) Hasta la publicación de "Ecclesiae Sanctae" hubo ausencia de diálogo y comunicación casi total con las "bases'' de la Orden. La Comi– sión enviaba sus cuestionarios, encuestas y consultas solamente a los Mi– nistros Provinciales "permitiendo" que éstos, a su vez, consultaran a algún u otro religioso "prudente". En condiciones tan poco democráticas, fácilmente puede suponer– se la dificultad - casi la imposibilidad - de parte de fa Comisión para realizar una legislación realista. Es cierto, sin embargo, que después del Motu Prop:rio "Ecclesiae Sanctae" hubo apertura y consulta a todos los religiosos. Pero demasiado tarde, al menos, en muchas materias. 3) Se supo de buena fuente que l,a Comisión fU1e interferida y presionada, en más de una ocasión, en materias de real trascendiencia. Lo que significa que la Comisión no pudo disponer de completa libertad, condición Jndispensable para un trabajo honesto. 4) Para la elaboración de muchos artículos la Comisión actuó en basie a respuestas recibidas de las pro,vincias. Cuando la Asamblea de Quito disparaba contra ciertos artículos, por inadecuados o inadaptados, el padre Delegado respondía que eran reflejo de la opinión mayor.Haría expresada a través de las "respuestas" de las Provincias.

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