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-250- La Asamblea de Quito estuvo muy de acuerdo que estas Consti– tuciones son portadoras de una inmensa carga de preocupación y angus– tia nor la Pobreza, pero que llegados al límite mismo del precipicio, se se ha sabido hurtar el cuerpo con sutilezas. Todos estuvieron de acuerdo en que el sobrepasar el límite de ese precipicio supone precisamente caer en el prec!ipicio, es decir una "ca– tástrofe'', con consecuencias incalculables, en que se t,endría que renun– ciar a la mayor parte de nuestras obras apostólicas. Una abdicación real de los bienes exigiría de la Orden "revisiones des~rradoras, es decir, la renuncia a la mayoría de nuestras instituciones materiales'', dice el P. Matu1.1a. Para los "realistas", eso es una quijotada, una locura, y, para más de uno, una traición a la Iglesia. Sin embargo parece ser que mientras la Orden no llegue a ese "descabellado'' paso radical, el capítulo sexto de la Regla habrá de constituir para la Orden una verdadera pesadilla por los años de los años. D) APOSTOLADO Siguiendo la mejor tradición de la Orden, el Esquema considera fas Misiones como una de las tareas primordiales. Prácticamente el ca– pítulo XII establece una prioridad de importancia res¡pecto a las Misio– nes, entre las tareas de la Orden. Esto alentó esperanzas y dió estímulo a los asistentes al Encuen– tro, de los cuales una buena parte eran misioneros en tierras latinoame– ricanas. Fue un lado positivo que los misioneros supieron apreciar. Sin embargo, se dijo que toaavía quedan en el texto ciertos ecos de régimen de cristiandad, una especie de "colonialismo" misional. To– davía se está pensando, se dijo, en un cristianismo ''europeizado'' como que juntamente con la religión - bastante "occidental'' también-- se quisiera "transplantar" la cultura europea, no percatándose de que en las tierras misionadas pueden hallarse elementos culturales mucho más evangélicos que ciertos elementos de la cultura europea. Misionológica– mer_te hablando, se recordó el disparate de la evangelización inca y az– teca. cuyas 0 ulturas fueron arrasadas en el nombre del Evangelio, un Evangelio entendido tal vez demasiado "europeamente". No se supo dis– tinguir el trigo de la cizaña. El P. Delegado comunicó a la Asamblea que se estaba elaborando un nuevo "Estatuto de Misiones". Inmediatamente reclamaron los mi– sioneros porque ninguno de ellos había sido consultado para la elabora– ción de una legislación que les atañía directamente. Gran falla metodo– lógica, una vez más, contra la que se protestó con cierta vehemencia. Grave deficiencia, una vez más, en el hecho de que la legislación se ela– bore en las aulas, y no en la vida, por profesores de misionología, gran– des doctores pero que jamás han visto un índigena, si no es en fotogra– fías, Los misioneros se expresaron también en el sentido de que las Provincias no dan a las Misiones la importancia que les dio San Fran– ·cisco, porque muchas veces se envían "de misioneros'' hombres cuya presencia quieren "sacudir'' los provinciales. Se habló de la urgente ne-

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