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- 248- especialístimament_e aquellas obras que manifiestan más claramente nuestro estado de pobreza, humildad y fraternidad, como un testimo– nio viviente'' (n9 97). iQué gran fuerza teológica cuando, prácticamente se "canoniza'' cualquier clase de trabajo, proyectando el sentido pascual sobre la ac– tividad humana, porque los hermanos menores "sobre todo cantan la la gloria de Dios con los trabajos ya purificados por la cruz y la resu– rrección de Cristo'' (n 9 98) ! Aquí se oye un cercano eco del capítulo III de "Gaudium et Spes", cuando el Concilio "canoniza" toda actividad co– mo l.na colaboración a la obra creadora de Dios. De nuevo vuelve a aparecer el verdadero hermano ''menor'' den– tro de la Iglesia pobre, y humilde y servidora, cuando se aconseja que "pueden hiabajar entrie los extraños, según lo pida el celo por las almas y el interés por aliviar las necesidades nuestras y las de los demás'' (n 9 100). Aquí el hermano no clérigo queda en un mismo pie de igualdad que el hermano clérigo, en cuanto a las actividades apostólicas. En cuan– to al apostolado, el hermano no clérigo tiene las mismas posibilidactes, e incluso mejores en cierto sentido, siendo obrero, campesino, mecáni– co o profesional... Y para marcar más fuertemente la "igualdad" indistinta entre clé– rigos y no clérigos, se aconseja que "los religiosos (clérigos) estén tam– bién dispuestos a dedicarse al trabajo manual" (n\l 99). A pesar de todo esto, la Asamblea de Quito lamentó hondamente que este proceso de desclericalización - en el nombre de los valores evangélicos- quede brusca y contradictoriamente frenado en el capí– tulo nueve en que se describe el apostolado como una tarea eminente– mente, por no decir exclusivamente, sacerdotal. El E,squema tiene mu– chos altibajos. C) LA HUMILDE POBREZA La "minoridad", en el Esquema, queda relacionada -casi enre– dada -con muchos otros motivos. Muchas de las ideas expuestas: al hablar de la desclericalización, del trabajo de los menores, de las Mi– siones, etc. tienen implicancias con este elemento constitutivo, la "mi– noridad''. Cuando el esquema define el carisma de la Orden, carga dramá– ticamente el acento sobre los valores "minoritarios'': ''El carisma pnpio de la Orden es seguir a Cristo pobre y humilde en una fraternidad de peregrinos, penitentes en el corazón y en las obras, de promotores fra– ternos de la obra apostólica para incremento de la Iglesia". Palabras al– tísimas que podrían definir adecuadamente la Iglesia Pobre, Servidora y Humilde. Además esta definición del ''munus'' de la Orden está indican– do que existe una conciencia universal en la Orden de que la humilde pobreza es nuestra herencia. Por otra parte, esta misma conciencia -siempre conflictiva en la historia de la Orden- de que nuestra r.azón de ser es la humilde pobre– za queda rotundamente sellada (aunque también toripemente) por el he– cho de que el Esquema "mete dondequiera'' este tema, venga lógicamen– te o sin lógica. Los casos típicos son los números 18 y 122. Lo que indica de qué manera sigue estando clavado en la conciencia de la Orden el "problema'' de la pobreza. ·
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