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-13- .descubrimiento personal del ideal abrazado y la identificación plena de sí mismo con aquel, cuando se haya convencido de que ;::orresponde a .su vocación. Tal descubrimiento supone un empeño multiforme, que de– ,berá tener en cuenta las actuales disposiciones del joven llamado a la vida religiosa (nuevo sentido de la personalidad y de los valores que la integran, mayor exigencia social y comunitaria, clima existencial y vi– sión dinámica de la vida) y las mutaciones verificadas en la vida re– ligiosa. Hoy no podemos formar para una vida en la que el ritmo de )la observancia consiga salvaguardar al religioso, sino que debemos pre– pararlo para ella, en lo espiritual y lo social, mediante una posición ple– namente responsable. a) Exigencia de conversión Tanto esa concepc10n artificial de la que hemos hablado, como, ,por otra parte, el hecho de que desde hace más de un siglo casi todos los .noviciados han venido alimentándose con candidatos provenientes del seminario, han hecho olvidar el fuerte contenido de conversión siempre implícito en la decisión de entrar en la vida religiosa, y, de consiguien– te, la atmósfera eminentemente penitencial -en el sentido bíblico– .que corresponde al noviciado. Ya desde los primeros tiempos de la vida religiosa, entrar en religión era un convertirse a Dios, o sea una nueva ,consciencia del compromiso cristiano con todas sus relativas exigencias, y la profesión se consideraba como un segundo bautismo (2). De allí que el noviciado mantenía una cierta semejanza con el ca– tecumenado. El Concilio, al definir la vida religiosa como una intensifi– cación de la consagración bautismal (Lumen Gentium, 44), nos autoriza .a concluir que el noviciado debe considerarse como el pasaje a una nue– va vida, caracterizada por la totalidad del compromiso. La actitud de conversión supone: 1) una respuesta entera y leal a Cristo que llama: a su persona, ,a su doctrina, a su programa, a su cruz; un sí que procede de toda la persona: de la mente, de la voluntad, del sentimiento; 2) la aceptación gozosa de las condiciones del seguimiento de Cris– to mediante una estrecha colaboración con su obra salvífica: todas las renuncias evangélicas sin las cuales no existe disponibili.dad para el 'Reino; 3) consciencia de consagración particular, que ha de trazar una línea de distinción entre la conducta de antes y la que comienza ahora; -en realidad, el compromiso bautismal, tomado más seriamente, de morir .al hombre antiguo y de hacer crecer al hombre nuevo en Cristo; 4) a esta nueva actitud ante el plan de Dios y el Reino de Cristo, corresponde por igual una actitud nueva frente a las realidades tem– porales: la de quien, por haber "renunciado al mundo" (Perfectae Ca- (2) F. Vandenroucke, "La profession, second bapteme", en La Vie S,p;rituelle ·7,6 (1947) 250-263; J. G. Ranquet, "Conséc.ration baptismale et consécrati.on re– ligieuse". Paris 1965, 2 édic; G. Leclercq, "Professione religiosa, secondo batte– •:simo", en Vita Religiosa 3 (1967) 3-8; B. Secondin, "Battesimo e vita religiosa ,ne! mistero della Chiesa", ibid. 203-214, 299-311.

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