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-23 ~ la vida real los valores del ideal abrazado (13). Es la etapa en que tiene lugar el noviciado, cuando a <fate sigue la así llamada profesión tempo– ral. La tercera etapa, que podemos llamar vocación-estado, tiene un pe– riodo de asentamiento y de enriquecimiento, en el que se ayuda al neo– profeso a radicarse progresivamente en las promesas empeñadas y, so– bre todo, en la misión eclesial que condiciona su vida; la voca.ción gana •en 1 calidad y en capacidad de realización, en tanto la formación llega a su término (14). 4.- ¿ HACIA UNA ADAPTACION MAS RADICAL ? El motu proprio ''Ecclesiae Sanctae'' (n. 33) habla de un "espacio suficiente y prudente" que ha de concederse a la experimentación "en la revisión y adaptación" de la formación de los religiosos "desde el novi– ciado". Y "después de haber rea!izado las experiencias necesarias, co– rresponderá a cada Instituto el redactar las normas propias que conven– gan a la formación de sus miembros" (n?. 38). Conviene advertir que sería no solamente antipedagógico, sino también atentador contra el carácter sagrado de la divina vocación y contra los derechos mismos más elementales de la persona humana, con– siderar a nuestros jóvenes como campo de experimentación y material pará probar sistemas nuevos. Nada más ábsurdo que abandonar siste– mas de total validez, de eficacia re.conocida y utilidad comprobada, pa– ra sustituirlos con métodos aventurados, de eficacia incierta. En mate– ria de formación, lo que de veras importa no es el sistema, sino el for– mador; ningún método opera de por sí con la sola adopción del mismo. Sin embargo, es intención del Concilio que cada Instituto tenga sus me– dios apropiados para formar candidatos conforme al propio espíritu y al particular servicio que está llamado a prestar al pueblo de Dios, tenien– do en cuenta las mutadas condiciones de los tiempos. Por esta razón queda abierta. la puerta a nuevas tentativas por comunicar al noviciádo aquella eficiencia que en general, no se le reconoce actualmente. Nume– rosos son los Institutos que, a contmuacfón del Capítulo para su renova– ción, se han lanzado a innovaciones que a las veces llegan a ser auda– ces. A mi parecer, se pueden clasificar en tres grandes grupos: 1) Noviciado al término del período de iniciación o probación, es– to es, concluido el estudio de la teología. No faltan aquellos que lo ubi– ·can después de uno o dos años de l'::jercicio pastoral como diáconos, o aún después de la ordenación sacerdotal. Naturalmente, el noviciado termi- (13) P. Ernst, "Option vitale. Contribution a une psychologie ascétique de la vo:cation", en Nouv. Rev. Théologique 69 (19'47) 731-742, 10i65-,1084; W. De Bont. "La vocation commé choix professioneJ'.', en Suppl. Vie Spirit. 16 (19:63) 5,20- 556. ( 14) Cfr. J. A. Nabais, "A voca,9ao a la luz da psicologia moderna", Porto 19fü3• vers. italiana, Roma 1955, p. 10'4. Una encuesta dirigida el año pasado por el se: cretariado general de estudios entre las provincias y comisariatos de la Orden 'Capu,ohina, arrojaba los siguientes resultados: Prefieren el noviciado antes del liceo: 18; después del liceo: 25; después de la filosofía: 23; después de la teolo– ..gía: l.

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