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- 22 -- tificación psicológica: la afectivido.d. Desgraciadamente son muchos los jóvenes que, mientras más se alejan del noviciado, advíerten que no aman, que ya no se entusiasman por todo aquello que antes les conven– cía tanto y que, con la profesión, lo abrazaron con firme decisión. Qtlizá la voluntad no siguió a la inteligencia de forma suficiente· acaso el sen- : timiento no se mantenga lo bastante firme. Después ya e~ tarde. e) Hoy el muchacho se despierta más temprano y madura más tar- . de. La misma multiplicidad de los elementos tan diversos que influyen en él en esta precoz información, contribuye a hacer más difícil su do– minio y su reducción a síntesis. Antes, .un muchacho de 16 años, espe– dalmenie si provenía de un ambiente rural, tenía pocos :::entras de re– ferencia y su dependencia de factores externos era muy limitada. La vida de familia, la escuela, el seminario, le habían dado un sentido casi -unitario de la vida y un ritmo. sin fuertes contrastes. Llegado el momen– to, la síntesis no le ofrecía dificultad. Hoy día es otra cosa. La fantasía -en la infancia, la inteligencia y el sentimiento en la pubertad, están in– .vadidos de imágenes, conocimientos, impresiones, impulsos, que cierta– mente aumentan la dimensión periférica de la personalidad; pero, que también le hacen difícil el encontrarse en sí misma. Serán necesarios todos los recursos de la estabilidad psicológica, de una buena educación mental y de un elevado ideal humano, para reducir a unidad todo aque– llo que un candidato proveniente de ambientes urbanos trae consigo en su bagaje mental y afectivo. Es cierto que a esto ayudará mucho la vo– cación religiosa con su eficacia formadora, con su dinamismo integrador, superior a cualquier otro ideal, y con los medios sobrenaturales que ofre– ce; pero a su tiempo. f) Consideremos ahora el proceso que sigue el desarrollo ordinario de la vocación, vista como respuesta del hombre a la elección divina. Aparece primero una fase de germinación y de manifestación. Es la eta– pa de la vocación-tendencia, propia de la pastoral vocacional, que de– berá saber aprovechar todos los preciosos recursos de la adolescencia ~n :su abrirse al ideal, la fantasía avE:nturera, la generosidad de los impul– :sos, las fugaces experiencias en el campo del espíritu, la disponibilidad a mirar e imitar los modelos de conducta. Es la meta a alcanzar en el pe– ríodo que antecede al noviciado. Después viene la fase de la vocación-for• mación, tiempo de desarrollo y de proyección hacia la vida real, en la que la vocación se va haciendo concreta y específica. Ahora ya no es solamen– te un estímulo a la vida, un puro ideal de realización futura, sino una forma que el ideal imprime a la existencia y que por tanto supone, a lo menos, el desarrollo humano nE•cesario para realizar la conexión en– tre vocación y vida - opción· vital- y, como es harto sabido, las co– nexiones vitales no se realizan desde fuera, como ocurre con la energía eléctrica, sino desde adentro, donde opera misteriosamente el Espíritu de Dios en todos los llamados. A esta edad -18-21 años- el joven somete a revisión las elec– .ciones propias ----, o las impuestas por los mayores - sobre una base realista, profundizando las motivaciones y mirando la orientación de su vida en todas sus dimensiones, y siente la necesidad de c01nprobar en
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