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-20- tratamiento previo o la eliminación de los no aptos. A la estabilidad or– gánica -todavía relativa, puesto que hasta los 24-26 años años no se puede hablar de una estabilidad plena- corresponde, como es obvio, una mayor armonía psicológica: desarrollo intelectual, actitud de personali– dad frente a las ideas y realidades de la vida y, por consiguiente, vivo sentido crítico, unido a la necesidad de afirmar el propio yo y de asumir :responsabilidad sobre el propio destino. Estas resultantes han inducido a casi todos los códigos civiles a no permitir la emancipación voluntaria -habilitación profesional, matrimonio, ingreso en religión-- sino des– pués de cumplidos los l8 años (10). b) Uno de los motivos que han hecho fácil el noviciado tradicional ,entre los 15 y 17 años, es la importancia decisiva que a esta edad conser– van todavía los factores ,de ambiente, que comienzan a pasar a un segun– do plano a partir de los 18 años, sufren una notoria reducción hacia los .21 y pierden casi completamente su eficacia hacia los 24, esto es, a me– dida que el joven se va situando en la vida con personalidad propia, pensando y obrando responsablemente. La receptividad de !as "formas" disminuye proporcionalmente. Al contrario los valores comunitarios y sociales comienzan a ser comprendidos a partir de los 18 años. Un ado– lescente, antes de esta edad, no se encuentra en condiciones de captar el :pleno sentido -eminentemente social y eclesial- de los votos, el valor .de la vida común, la proyección apostólica del consagrado; y, falto de tal capacidad, no tiene otro remedio que sustituir estos valores por una J>edagogía puramente ascética de observancia, de permisos, de dependen– ,cia pasiva, de uniformidad; formas que, aceptadas pero no integradas, .hoy día duran poco. El desarrollo del sentido so,::ial es de primera importancia en los jóvenes religiosos. Este sentido, que en el período de la pubertad puede ser educado solamente con la vida de grupo o el compañerismo, se des– pierta en la adolescencia más avanzada, cuando el muchacho, antes vuel– fo hacia sí, comienza a vivir intensamente los datos vitales y concibe las .relaciones con la sociedad humana como un darse para ser útil a los ,otros. Si la iniciación a la vida consagrada a Dios y al prójimo encuen– tra al joven en una fase de pleno descubrimiento de su vocadón comuni– :taria, en sentido humano y cristiano, qué maravillosa base para hacerlo ,caminar hacia una síntesis más elevada, en una perspectiva salvífica, de todos los recursos juveniles, dando a Cristo la respuesta total! Ya sabe– mos que, como lo ha recalcado el Concilio de manera insistente, este im– ,pulso hacia una mayor interdependencia y fraterternas relaciones entre los :hombre todos, es una característica de nuestra época que se irá acentuando ,cada día más entre los jóvenes (Gaudium et Spes, 23-32). Sin embargo, tenemos que admitir que hoy por hoy los jóvenes estudiantes tienen una responsabilidad social mucho más viva que los jóvenes religiosos, aun– ,que éstos hayan sido llamados a una vida esencialmente comunitaria. e) Con todo, para dirigir hoy un noviciado como debe ser, a más del desarrollo psicosomático y soci:11, se requiere una adecuada capacidad intelectual. Ordinariamente, el desarrollo mental recibe una impronta (10) M. Garde, l. c., 207.

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