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CELEBRACION DE LA LITURGIA Y VIDA PARROQUIAL Sergio Uribe G., ofmcap. Introducción Los documentos del Magisterio subrayan con insistencia la importancia capital de la liturgia en la vida de la Iglesia y esta insis– tencia nos parece aceptable, lógica y oportu– na. Los principios teóricos y doctrinales nos resultan claros. Pero la celebración y la vi– vencia de la liturgia en nuestras comunidades parroquiales nos ofrece dificultades concre– tas que, a veces, nos hacen dudar de su puesto capital, y más, en ocasiones la liturgia que tenemos y celebramos nos resulta un elemento sin mayor energía entusiasmante para nuestros feligreses. Y eso para hablar sólo de los feligreses ... Es una experiencia que, en mayor o menor grado, nos inquieta. ¿Será que estamos pidiendo algo que la litur– gia misma no nos puede dar? ¿Serán nuestras exigencias o deseos mayores de lo que pode– mos esperar de ella? ¿Será que no hemos descubierto la liturgia como una riqueza para la vida de nuestras comunidades? Objetivos Los objetivos que en esta ponencia nos proponemos son: Reflexionar sobre el concepto de liturgia y sus elementos fundamentales, a partir de los documentos del Magisterio, para esperar de sus ventajas y no ilusionamos de lo que no podamos alcanzar de ella. Recordar y reubicar nuestro rol de pres– bíteros presidentes en medio de una co– munidad que, por ser de bautizados, es una comunidad celebrante. Precisar los elementos y exigencias de la participación de nuestras comunidades cristianas en la liturgia para que logren captar en ella la manifestación de Dios y puedan más expeditamente expresar su fe. Proponer posibilidades concretas de una mejor animación de la liturgia en las comunidades parroquiales encomendadas a nuestra Orden. División Centramos nuestra exposición en estos cuatro títulos: Liturgia como sacramento y culto. Se hace necesario ubicar la liturgia en la vida y en la acción de la Iglesia y precisar muy claramente su doble aspecto; el ser manifes– tación salvadora de Dios a través de sus signos (sacramento) y ser manifestación de la fe de los creyentes unidos en asamblea cele– brante (culto). La participación en la liturgia como elemento constitutivo y esencial de la misma. Esta participación exige diversos niveles de integración y a cada cual le impondrá formas distintas según la naturaleza de la celebra– ción y/o según el ministerio o servicio que cada cual realice en dicha celebración. La asamblea celebrante es el signo y la materialización de la Iglesia de Cristo. Los ministerios deben ser realizados como viven– cia del sacerdocio de Cristo, del que los miembros de la comunidad celebrante parti– cipan, sea a través del sacramento del orden, sea a través del bautismo. Algunas formas de animación litúrgica en la comunidad parroquial. La promoción de los ministerios laicales, como exigencia de la liturgia misma y no sólo como solución práctica. 97
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