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partir de la naturaleza de la celebración y de las condiciones de la misma asamblea. Hay que saber distinguir bien los cantos rituales que acompañan un rito o gesto, y los que son un rito propiamente tal. Se debe buscar que, en la escogencia de los cantos, se logre que éstos realmente sean expresión de la fe de la asamblea y que sean también ilu– minación y alimento de esa misma fe de los fieles. En ocasiones se hacen primar criterios artísticos que ni expresan ni fomentan la fe. Ministros de acogida El Misal Romano, (n. 68 b), nos habla del ministro de la acogida, que tiene como función y aporte dar un carácter más humano y fraternal a la asamblea. Aunque no parece fácil, en las actuales circunstancias de nues– tras comunidades parroquiales, a los recepto– res (¡deben ser varios!) les corresponde reci– bir y saludar a los fieles que llegan; acompa– ñarlos y llevarlos al lugar del templo que corresponda, para ir formando, aun externa– mente, una comunidad más compacta; deben entregar también eventuales subsidios de par– ticipación, como hojitas y libros de cantos. A ellos les corresponde organizar y dirigir las procesiones de los fieles dentro de la celebra– ción, tanto en la presentación de los dones como en la comunión. El salmista Al salmista le corresponde apoyar la par– ticipación de la asamblea en la meditación de la Palabra de Dios, cantando o recitando las estrofas del salmo responsorial. Como los cantos interleccionales tienen distinta fun– ción y objetivo que las lecturas bíblicas, el ministro que los asume debe ser diverso del lector. Aunque se trata de un texto bíblico, el canto o recitación del salmo no debe parecer una lectura bíblica más, sino ser realmente una forma de meditación receptiva de la Palabra recién proclamada. Ordinariamente el salmo responsorial debería ser cantado; por eso, el salmista deberá poseer la capaci- dad del canto. Si no es posible o si, por excepción, no se considera oportuno cantar– lo, la asamblea deberá cantar al menos la antífona o estribillo. Y si aun esto no se puede, está, como tercera opción, la posibili– dad de recitarlo. El monitor El monitor, llamado infelizmente guía o comentador, es el ministro que, con moni– ciones breves y oportunas, hechas desde fue– ra del ambón, estimula y ayuda la participa– ción de la asamblea. Recolectores de ofrendas También realizan un servicio ministerial los que se preocupan de las ofrendas cultuales y/o materiales que prevé el Misal Romano (n. 68, a). Tal vez sería ideal que no se limitaran sólo a recoger dichas ofrendas, sino también a motivar a la comunidad frente a las necesidades materiales de los hermanos necesitados. Y esto a partir de la celebración de la Eucaristía que nos compromete a vivir solidariamente. ANIMACION DE LA LITURGIA PARROQUIAL Hubo épocas en las que se buscaba y trabajaba por la parroquia modelo. Para saber cómo se debía organizar una buena cateque– sis, por ejemplo, había que visitar esta parro– quia. Si se deseaba saber cómo se organiza– ban las CCBs o los grupos juveniles, había que ir a ésa o aquélla. Afortunadamente el modelo actual de Iglesia que se nos propone como ideal nos ha permitido superar ese concepto. Hoy pretendemos promover y de– sarrollar en nuestras comunidades cristianas los diversos servicios o ministerios pastorales que asuman todos los campos de vida y de actividad de la Iglesia. La Constituc'ión Conciliar de Liturgia nos propone como meta a alcanzar, situar la vida 107
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