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Como un meteoro alentador y perennemente visible ha sido tenido por el pueblo cristiano. Ha llegado la hora de ponderarlo también por lo que toca a la docencia y a los estudios. En esta panorámica antoniana tenemos que leer la carta que le dirigió san Francisco. Cierto que si Francisco murió en 1226 mal pudo hacerse cargo de la incomparable acti– vidad apostólica de Antonio. Aunque no po– demos ignorar que la historia y la leyenda los ha unido a este propósito. Lo afirma el relato según el cual, predicando Antonio en Provenza a una comunidad de hermanos, uno de ellos vio la imagen de san Francisco en la pared de enfrente, dando aprobación a las palabras de Antonio. 17 De este y otros relatos, posteriores a la carta de Francisco a Antonio, nos es forzoso leer en dicha carta una doble actitud: la de Francisco que confía plenamente en san Antonio, al declararle cuánto le agradaba que enseñara teología a los hermanos, y la de Antonio que recogió el encargo de su vene– rado Padre espiritual, para mantenerse siem– pre fiel al mismo. Antonio vino a ser enton– ces el primer lector de la Orden. No defrau– dó, en verdad, la confianza puesta en él. Y cuantos en la Orden hemos quemado nuestra vida en la docencia, contra punzantes críticas nos hemos sentido bien respaldados por nues– tro primer lector: san Antonio. PRIMER ESCRITOR DE LA ORDEN Es un hecho que san Francisco puso su Orden en manos de hombres de letras contra la supuesta oposición de éste a las mismas. Su primer y más constante Vicario fue Fray Pedro Cattani, canónigo de Asís, que sigue en segundo lugar a Francisco. Fue hombre de leyes, formado en la Universidad de Bolonia. Muerto el 10 de marzo de 1221, en el mo– mento más hirviente de la crisis de Francis– co, opta éste por otro intelectual, Fray Elías de Cortona, quien dirige la Orden en los últimos años de la vida del Santo, al que atiende con cuidados de madre, La carta que envió a todos los hermanos, al morir Francis- 88 co, es un emocionante atestado de su afecto materno a quien llama padre espiritual de la fraternidad. Juntamente acaece que en la dé– cada de 1220 a 1230 se pretende introducir más disciplina claustral y organizar de modo adecuado los estudios. Otros escritos franciscanos Antes de san Antonio podemos leer los escritos de san Francisco, vibración máxima de su espíritu y expresión de sus vivencias más hondas. Hasta nuestros días siguen sien– do fuente primaria, no sólo del vivir francis– cano, sino también de su pensar. Pero estos escritos se hallan al margen de toda preocu– pación intelectual. De Fray Pedro Cattani no se sabe haya escrito algo de importancia. Y el docto Fray Elías se limitó a escribir la filial carta, anun– ciando y comentando la muerte del padre fundador. A Fray Juan Parente, tercer suce– sor de san Francisco en el gobierno de la Orden, elegido General en el Capítulo de 1227, se le ha atribuido por algunos el bello poema en prosa: Sacrum commercium beati Francisci cum domina Paupertate. Pero hoy la crítica le es contraria. Sólo nos resta recor– dar a otro docto, Tomás de Celano. Este, a raíz de la canonización de san Francisco por Oregorio IX, recibe de éste el encargo de escribir la biografía del Santo. Redacta la Prima Vita precisamente en los mismos años en que San Antonio confecciona lo que él llama su "Opus evangelicum", es decir: sus sermones preparados para la publicidad. Sólo, pues, Tomás de Celano podría condividir con san Antonio ser el primer escritor de la Orden. Pero si se tiene en cuenta que una biografía como la de Celano no es expresión de un contenido doctrinal coherente, la tenemos que dejar al margen de la estricta vida intelectual, tal como aparece en los escritos de san Antonio. Reiteramos, pues, que san Antonio es el primer intelectual de la Orden franciscana, nada parca en la faena de escribir a lo largo de los siglos.

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