BCCCAP00000000000000000001646

ción de mentalidad entre san Francisco y san Antonio y los llamados "espirituales", segui– dores del Abad Joaquín, los cuales a fin de siglo malentendieron el mensaje franciscano. Tres temas queremos mencionar que piden, cada uno, un libro de comentario: 32 El primer tema se refiere al respectivo concepto de Iglesia. Respeto y venera– ción, pese a sus conocidos defectos, pi– den los dos santos. "Sancta Mater Ecclesia ", decía san Francisco y repetía san Antonio. En los espirituales surge la contraposición histórica entre la Iglesia carnal y la Iglesia espiritual. Se manten– drá a lo largo de los siglos esta distinción muy triste. El segundo tema tiene que ver con la pobreza, declarada por muchos espiritua– les la virtud primaria del cristianismo. Semejante teología era totalmente extra– ña a san Francisco y a san Antonio, quie– nes veían en el amor y caridad el signo distintivo del cristiano. Finalmente, proclamaron los espirituales la atrevida sentencia de que la Regla de Francisco no era reformable por ninguna autoridad eclesial, por ser igual al Evan– gelio y por tener como sello las llagas de san Francisco, impresas por el mismo Cristo. Tan lejos estuvo esta actitud de Francisco que acudió a la Iglesia a pedir reiteradamente su amparo y protección. También san Antonio acudió a la Iglesia como uno de los agentes de la primera decla– ración dada a la Regla de san Francisco por el Papa Gregorio IX en su bula Quo elongati. Interviene en ello san Antonio porque en el Capítulo General de 1230, al que asiste como provincial de Romaña, se señala una comi- 94 sión para que vaya a pedir al Papa Gregorio que declare cuál es la obligación de la Regla. Y más en concreto, la obligación que impuso Francisco en su testamento. En la comisión iba san Antonio. Se obtuvo del Papa la decla– ración deseada. No es posible entrar en más detalles. Mas lo dicho es suficiente para mos– trar que el respeto y obediencia hacia la Iglesia fue el clima creado conjuntamente por san Francisco y san Antonio. Volviendo ahora al escrito de Sabatier en el que afirma que muy posiblemente el Abad Joaquín vino a ser el padre espiritual de san Francisco, podemos afirmar con decisión que este importante juicio histórico, no sólo care– ce de fundamento, sino que se halla en con– tradicción con hechos perfectamente cons– tatables. El juicio es severo. Pero sitúa a san Francisco y a san Antonio en auténtica pers– pectiva histórica. CONCLUSION Como final de esta reflexión viene a la mente un sermón de san Buenaventura en honor de san Francisco, a quien alaba y pondera por haber sido iluminado por el Espíritu del Señor. Lo fue en tal manera que de él se pudo decir como de los doctores: "En medio de la Iglesia abrió su boca;,_ En verdad, predicó san Francisco en la Iglesia de Dios sin pronunciar una palabra reprensible. Este encomio en honor de san Francisco Buenaventura lo cierra con estas dos pala– bras: "igualmente Antonio". 33 Así pues: el doctor seráfico juzga a Antonio semejante a Francisco. Ningún testimonio más autorizado para proclamar a san Antonio, al lado de san Francisco, representante de la primera gene– ración del pensamiento franciscano.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz