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relevo, todo acabe por ajustarse al Centro supremo, a quien todo debe su ser".0 7 ) Volveremos sobre estos acordes. Como inicial comentario a los mismos recordamos que la enseñanza cristiana declara ser un mismo Dios el que crea y redime. Teilhard elabora su síntesis de la cosmogénesis en graduación ascendente como obra de Dios Creador. Escoto, desde la luz de la revela- EL HOMBRE, CLAVE DE LA EVOLUCION (Teilhard) La evolución teilhardiana Tres fases distinguíamos dentro de la evolución teilhardiana. La primera de las tres es la Biogénesis. Entre las leyes que regulan a ésta, explanada por Teilhard con mucha detención, es la que él mismo llama "ley de complejidad-conciencia". En virtud de esta ley la materia tiende a una complejidad siem– pre mayor, que se aureola -no que tiene por efecto- de una franja cada vez más luminosa de libertad y de conciencia. Culmen de este proceso es la cefalización del organismo hu– mano .. El sistema nervioso ha ido lentamente perfeccionándose hasta llegar a convertirse, al final de la Biogénesis, en morada apta para que en él resida el espíritu. La ley de com– plejidad-conciencia, que dirige la evolución de la Biogénesis hacia el nacimiento del espíritu, devuelve al hombre su puesto cen– tral en el seno del universo. De éste viene a ser la clave y su exultante armonía. Por insignificante que pudiera aparecer el hom– bre dentro de la Cosmogénesis, Teilhard hace notar que millones de años, en un esfuerzo continuo, se han preocupado en formarlo.<' 8 l La Biogénesis, por lo tanto, florece y culmi– na en Antropogénesis, segunda fase de la evolución teilhardiana. 244 ción, contempla a Dios que desciende hasta nosotros en su Verbo Encarnado, quien toma carne pasible en su oficio de Redentor. Pero el Creador y el Redentor se dan la mano, pese a sus respectivas preferencias, en la síntesis de Escoto y en la de Teilhard. Siga– mos penetrando en estas convergencias men– tales de concepciones aparentemente tan dis– tanciadas. EL HOMBRE, CENTRO DEL UNIVERSO (Duns Escoto) Momento capital de la Antropogénesis es, según la prospecta Teilhard, su tendencia a la socialización. Entiende éste por sociali– zación, como hecho sociológico actual, la trama de relaciones que anuda a unos hom– bres con otros y que parecen poner en peligro lo que éstos tienen de más personal. De este hecho innegable Teilhard propone una inter– pretación muy dispar a la pesimista que nos oprime con la aglomeración de masas y ma– nipulación de la cibernética. En su análisis advierte dos momentos en la misma. Los sensibiliza en una onda emergente del polo sur, que se va elevando hacia el polo norte. Copiando casi a Teilhard, esta onda en la primera parte de su trayecto hasta el ecuador, se dilata: mientras que, pasado el ecuador, comienza a contraerse sobre sí misma. Muy de notar es que la humanidad ha cumplido ya históricamente su primer trayecto ascensorial hasta el ecuador. En su enorme expansión el hombre ha llenado la Tierra. Pese a los enor– mes e innecesarios delitos que han acompa– ñado a tal expansión, ésta ha tenido un signo claramente positivo en la evolución de la humanidad. Al llegar al ecuador la onda expansiva humana, parecía que todos los pueblos se

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