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La teología escotista El pensamiento de Escoto sigue dirección totalmente distinta: es descendente; va de arriba a abajo. Con sacro atrevimiento inten– ta penetrar en la misma realidad divina y en su obra creadora. Distingue entonces varios signos del plan divino en escala descendente, como diversas etapas en lenguaje teilhardiano. Cinco signos podemos especialmente señalar en la exposición del plan divino, entrevisto por Escoto. Damos un breve informe de los mismos.(\'.\) En el primer signo Dios percibe como Sumo Bien su propia esencia, a la que ama indefec– tiblemente, pero con absoluta libertad, afirma decididamente Escoto. En el segundo signo Dios contempla en su inteligencia todas las creaturas posibles, la voluntad divina llama a la existencia a las que place. Pero lo hace en orden admirable, ordinatissime volens, en frase feliz de Escoto. Dentro de este orden admirable lo primeramente querido por Dios fue lo que Escoto llama reiteradamente SUMMUMOPUS DEI, la Encarnación de su Hijo. En torno a él es predestinada a la gracia y a la gloria toda la humanidad, que debía realizar un primer periplo de bienandanza en la tierra, unida a Cristo, que culminaría en el definitivo de la eternidad feliz, cuando en Cristo Dios sería "todo en todo", según la visión grandiosa de san Pablo (I Cor. 15, 18). Sigue, sin embargo, un cuarto signo en el plan divino, porque la bienandanza inicial de los primeros padres, se trueca por la maldad del hombre en campo de pecado y de muerte. Sigue entonces en el plan divino, a este signo cuarto, maléfico por obra del pecado, el quinto signo, todo misericordia: Cristo, que debía venir a esta tierra glorioso, agrupando en torno a sí, a la humanidad entera. Viene de hecho pasible y mortal, para redimir al hom– bre del pecado y de la muerte. Con todo, pese a esta necesaria rectificación del plan primero de Dios, Cristo tiene siempre en la mente divina el Primado absoluto y total de toda la creación, ALFA Y OMEGA del or– den divino creador. Los escotistas han hallado respaldo a la interpretación del plan divino, propuesta por su maestro, en los textos de Pablo, especial– mente en Carta a los Colosenses. Citamos de la misma un momento cumbre, al que la Biblia de Jerusalén da este epígrafo: La pri– macía de Cristo. Estas son llas palabras del apóstol: "El (el Hijo de su amor) es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación, porque por él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tier~a, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Do– minaciones, los Principados, las Potestades; 1 1 todo fue creado por él y para 'él; él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia" (Col 1, 15-17). / .1/ Convergenéfas entre los dos Esta perspectiva de la teología de Escoto sobre el Primado de Cristo, que contempla cómo Dios desciende hasta nosotros, se nos presenta, al parecer, muy distanciada de la cosmogénesis de Teilhard, en sus etapas as– cendentes hasta el Punto Omega. Y sin em– bargo, advertimos que los mismos textos que utilizan los escotistas para avalar bíblicamente la teología de su maestro sobre el Primado son los mismos que cita Teilhard en su res– paldo. Recogemos inicialmente algunos. En Le phénomene humain menciona la expresión en la que Pablo sintetiza la obra de Cristo, cuando declara que éste, recapitu– lándolo todo, haga que un día Dios sea "todo en todo", Teilhard cita las últimas palabras en griego. 06 > En Le milieu divin ve al universo huma– no, como comunión de personas en plena vinculación social, centralizado en el gran PLEROMA, que es Cristo. Las últimas pala– bras que hemos citado de la Carta a los Colosenses, tan comentadas por los escotistas, también las cita Teilhard en esta su obra tan significativa. "Empezamos a ver, con más claridad, escribe, levantarse sobre nuestro mundo interior al gran sol de Cristo-Rey, de Cristo Universal. Poco a poco, de relevo en 243

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