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le parecía erróneo. Al final de la lectura redacta su opinión motivada que reconoce ser negativa por los motivos siguientes: ter– minología ambigua y confusión del orden natural y sobrenatural; parece atenuar el va– lor del sacrificio de la cruz; su concepto de la redención no parece que esté de acuerdo con la doctrina revelada. Pero no podía menos de subrayar igualmente sus aspectos positivos y fascinantes: la síntesis potente; el Primado absoluto y la absoluta finalidad de Cristo; la Iglesia considerada como ligamento primario de la ascensión humana en Cristo; consagra– ción cristífera del mundo. Cotejados lo posi– tivo y lo negativo, G. Allegra ingenuamente confiesa en respuesta a lo que se le había pedido: "No me sentiría tranquilo, si diera el Nihil obstat".r 4 > G. Allegra no cita aquí ni a Escoto ni al escotismo. Pero de seguro que los elementos positivos que advirtió en la obra de Teilhard de Chardin lo impresionaron muy agradable– mente cual resonancias escotistas. Subraya– mos este hecho, silenciado por el mismo G. Allegra, porque fue, sin duda, el momento inicial del encuentro de Escoto con el pensa– miento científico moderno. Mons. Zanin quedó muy satisfecho del informe de G. Allegra, y por respuesta al mismo, le da un nuevo mandato, para él, según confiesa, muy imprevisto y ciertamen– te más desagradable que el anterior: "Vaya a encontrarse con Teilhard y le diga cuanto me ha dicho a mí. El ya sabe, y con satisfacción, que un franciscano ha sido elegido como censor definitivo de su obra ... Vaya, pues, se sentirán los dos contentos".< 5 l Unos días después, para cumplir este nuevo mandato, G. Allegra se va a ver a Teilhard con quien mantiene, en su primer encuentro, una charla de dos horas. Al despe– dirse, Teilhard reiteradamente le pide: "Vuel– va el próximo domingo. Me gustaría mucho poderle de nuevo ver". < 6 l Así se inician unos largos coloquios que G. Allegra ha dejado consignados en el escrito que nos sirve de fuente segura para esta grata información. 240 Nos toca seguirlo de cerca porque, a lo largo de estos prolongados coloquios, percibimos cómo Duns Escoto entra de lleno en vivo diálogo con el pensamiento científico de nues– tros días. Primordial en este cotejo entre Duns Escoto y Teilhard es tomar conciencia de que utilizaron métodos de estudio muy distancia– dos. Para muchos esta diferencia de métodos hace problemático todo enganche entre los mismos, pese a hacer sentir resonancias men– tales muy parecidas. Para evitar, por lo mis– mo, posibles acercamientos o rechazos, que más tarde han de ser discutidos, anotemos "ab initio" que Teilhard afirma y reafirma razonar exclusivamente con el método fenomenológico aplicado a la ciencia. Lo que reiteradamente declara en sus escritos, se lo confiesa ingenuamente a G. Allegra: "Yo no me dedico a la filosofía, ni a la teología... estudio los fenómenos".(7) A su vez, es sabi– do que, a distancia del método fenome– nológico, Duns Escoto razona desde estas dos cúspides mentales: la alta metafísica, construida por la razón en sus mejores mo– mentos y el dato revelado, comunicado por Dios dentro de la historia de salvación. Con métodos tan distintos el doctor medieval y el sabio de nuestros días tienen que formular tesis muy divergentes. ¿Pero no se dan con– vergyncias entre las mismas? Es lo que tene– mos ahora que ver. El primer contacto plenamente conscien– te de Teilhard con Duns Escoto tiene lugar cuando Teilhard, con el entusiasmo que le era propio ante su tema preferido, describe a G. Allegra cómo el gran despliegue de la "cosmogénesis" tiene en el Punto Omega su término y complemento, su Pleroma, que es "Le grand Christ". G. Allegra le replica en– tonces muy alborozado: "Padre Teilhard, us– ted, tal vez sin darse cuenta, está repitiendo un concepto de Juan Duns Escoto en su tratado Elevatio mentis un Deum "Tú eres la bondad sin límites e irradias los rayos de tu gran generosidad por todas partes. A ti, cús– pide de toda amabilidad recurren, a su mane– ra, todas las creaturas como a su último

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