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en otra fórmula. También el amor-eros, no obstante sus inmensos desvíos, es don de Dios. Principio de vida en el plan divino de la creación. Como fuerza creadora lo con– templa Teilhard con realismo entusiasta en su visión cósmica. De esta breve reflexión deducimos que, en este tema del amor, Escoto expone prefe– rentemente el amor-ágape cristiano, pura do– nación, y Teilhard, percibe el amor-eros, como fuerza vivificante del cosmos. Ambos se dan cordialmente la mano, haciéndonos ver y admirar que todo es obra de Dios: naturaleza y gracia. CONCLUSION Es el futuro la gran preocupación de la hora. El pensador ruso, filósofo de la historia de su pueblo, Nicolás Berdiaeff, finaliza su obra Una nueva edad media, formulando esta disyuntiva que hace estremecer: "Pueblo apo– calíptico (el ruso) no puede realizar más que la fraternidad en Cristo o la camaradería en el Anticristo" .'3 7 l La situación política ha cam– biado en Rusia. Este cambio es para celebrar que la acritud de la guerra fría, en prepara– ción de la caliente, haya disminuido. Pero no ha disminuido, tal vez_-haya aumentado, la exclusiva preocupación de lo trascedente y escatológico. Este otro dilema señala con precisión el sentido de la próxima batalla del Cristianismo en defensa de su esencial conte– nido. Tenemos la satisfacción de haber pro– puesto en esta confrontación del teólogo medieval, Duns Escoto, y del sabio moderno, Teilhard de Chardin, un claro programa cris– tiano para el futuro. Contra la tendencia ex– clusivamente terrenista de tantas mentes y vidas de hoy, Teilhard afirma y reafirma que el cristiano mira al cielo para sentirse inmer– so en "el medio divino", donde adquiere fuerzas para trabajar mejor en la Tierra. Un optimismo desbordante lo incita a pronunciar ún "sí" a la Tierra, gran don de Dios, para que colaboremos en su ascensión evolutiva hacia el Punto Omega. Anotemos que si N. Berdiaeff pide "fraternidad en Cristo" como meta de la historia, Teilhard ve el ascenso 250 evolutivo humano como un ascenso persona– lizador que converge en Cristo. Nadie debe poner en duda que esta convergencia en Cris– to dará, como fruta madura, la fraternidad universal de pueblos y naciones. Escoto es menos sensible a la marcha de la historia. Es un complemento que debe recibir de la visión evolutiva de Teilhard. A su vez, el naturalismo de que se ha acusado a Teilhard queda sin consistencia por su vin– culación a la tesis de Escoto sobre el Prima– do Universal de Cristo. Este Primado da a la evolución teilhardiana un sentido que la inserta en el plan histórico salvífico, cuya ALFA y OMEGA es Cristo. Además; el Primado Universal de Cristo, propuesto por Escoto, está pidiendo una rea– lización histórica. A esta realización nos ha invitado Pío XI en su encíclica Quas Primas, que introdujo la fiesta litúrgica de Cristo Rey. Los escotistas vieron en ella un respal– do autorizado a su interpretación teológica de Escoto.( 3 si Pero es de advertir que el Papa nos lanza a todos hacia un futuro de paz y con– cordia que vendrá a la humanidad por el triunfo en las conciencias de Cristo Rey. Panorama espléndido que, no obstante los múltiples obstáculos, el franciscano ha de trabajar por que sea una feliz realidad, ha de lograr que sea teoría y praxis la concepción teológica de su gran doctor el beato Juan Duns Escoto.
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