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M. A. PENA GONZÁLEZ ampliamente. Ya san Agustín había presentado una perspectiva unitaria entre la creación y su conservación. Este, además, había señalado un nexo entre la creación y la historia sagrada, mostrando la unidad entre el ori gen de todas las cosas y la realización histórica de la Ciudad de Dios. Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad. Estamos convencidos de que «solo con esta conciencia de hijos que no son huérfanos podemos vivir en paz entre nosotros». Porque «la razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad» (FT 272). 7. A modo de conclusión Una idea fundamental que se deduce de la espiritualidad del pastor es que el ministerio ordenado solo tiene sentido pleno desde la óptica evangélica del servicio. Y esto implica una dedicación total pero, también, la oportunidad de retirarse cuando uno se encuentre incapacitado para prestar dicho servicio de manera adecuada39. Pero presentemos una síntesis de las ideas fundamentales: — Una atención más cuidadosa al hombre de hoy, como tarea propia del pastor. No existe el hombre como una entidad metafísica se parada de la naturaleza, independiente del tiempo, del lugar, de las circunstancias e, incluso, de las modas pasajeras. Para ayudar a otros es necesario hacer caso de su entidad empfrica. Si el anuncio del Evangelio no toma a los destinatarios en cuenta, sirve bien poco. — Conocer a los hombres de hoy, en su contexto y realidad cotidiana, significa tomar conciencia de que no podemos contar más con la certidumbre de una sociedad que fue. En otras palabras, el pastor tiene el reto de pasar de la catequesis al kerygma y no darlo ya por superado. Cf. JUAN CRIsÓsToMo, Sobre el sacerdocio [III, 10-11], in Obras de San Juan Cri sóstomo, 49-53. [3441

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