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Apuntes para una espiritualidad sacerdotal en la comprensión del papa Francisco Al mismo tiempo, para gran número de maestros de espiritualidad, en esa mirada redentora sobre la humanidad, Cristo aparece como el pastor de la Iglesia universal. Y, por lo mismo, los pastores, no pueden cerrarse sobre lecturas reduccionistas, con deseos también de conducir a otras ovejas, buscando que haya «un solo rebaño y un solo pastor» (Jn 10,16). Esa fraternidad, por otra parte, está haciendo referencia a todos los que luchan por el Reino y se sacrifican hasta la muerte por servir a Dios. Y aquí se concreta la referencia de toda la martyria, que evoluciona en la visión cristiana no quedándose solo en la sangre, sino abriéndose también a la entrega permanente de la propia vida, por ese ideal de fra ternidad que tiene en Dios el horizonte del Padre. Es este un tema que cobra hoy gran importancia en el campo de la espiritualidad, pero no ha de ser visto simplemente como algo de moda. No se trata de más o menos actualidad, ni tan siquiera en referencia a la realidad que estamos constatando y que se nos hace palpable en unos cambios climáticos que generan desastres, sino en una lectura más au téntica y profunda que refiere a la propia identidad humana, en la con ciencia de que se trata de una obra creada por Dios. Y, por lo mismo, tiene un valor singular y especial. Al pastor le corresponde amarla y cui darla, también como ejemplo para el pueblo. Esta ha de ser una primera motivación. El pastor que cuida y usa —con sumo respeto— aquello que es obra del Padre. Se trata de hacer vi sible para los hombres la admiración que produce la bondad y armonía de todo el universo creado, y que por este motivo se convierte en una oportunidad para alabar a Dios. Se trata de una llamada para que el pas tor pueda utilizar y encontrar diversas formas de acercar esa particular sabiduría de Dios, que no se construye con palabras... que tiene mucho de contemplación, de mirada sorprendida, ante la creación que Dios ha hecho por amor, por lo que es necesario también reconocer la bondad de todas las criaturas, tanto espirituales como materiales. También esta es una sabiduría escondida que es necesario descubrir y de la que, de hecho, se alimentaron innumerables maestros de espiri tualidad. No es solo cuestión de la sensibilidad de un santo como el Po verello, sino que es un elemento que acompaña el caminar creyente [343]

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