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Apuntes para una espiritualidad sacerdotal en la comprensión del papa Francisco Y esa capacidad de acogida y de escucha ha sido un elemento que ha atraído a los hombres hacia Dios a lo largo del tiempo. Hoy se impone la necesidad de perder el tiempo escuchando, puesto que la gente tiene necesidad de confiarse. Esto que no es solo una referencia sacramental, sino algo mucho más espontáneo, pues el pastor ha de saber que eso forma también parte de su propio ministerio. Se trata así de una atención directa, que habla y siente hacia una esperanza en Dios. Y la esperanza supone soñar para luego poder actuar. Si esta falta no hay posibilidad de cambio y, casi podríamos decir que, no hay historia. Al soñar un mundo al estilo del Dios de Jesús estamos también cam biando la importancia de las categorías utilizadas. En la vida cristiana lo importante no es la asimilación de unos contenidos, sino cómo se vive esa vida, el proceso... esto es una cuestión crucial, pues el pastor es tes tigo especial de dicha experiencia. Desde la propia experiencia de Jesús y los apóstoles, pasando por los maestros de espiritualidad hay una mar cada preferencia por el proceso, aunque obviamente sin excluir los con tenidos. Pero, en este sentido, el pastor —una vez más— se presenta como aquel que vive, que experimenta, que sigue un camino. Aprenda vuestra señoría a ser mendigo delante del Señor y a impor tunarle mucho, presentándole su peligro y el de sus ovejas; y, si verdadera mente se supiere llorar a sí y a ellas, el Señor, que es piadoso —Noii flere (Lc 7,13)—, le resucitará su hijo muerto, porque, como a Cristo costaron sangre las almas, así ha de costar al prelado lágrimas22. La experiencia es la del pastor que cuando se pone en camino sabe hacia dónde se debe dirigir, pues no hace otra cosa que buscar el camino más adecuado para poder llegar a dicho lugar. Y, en este sentido, el an helo constante y experiencial de seguir al Señor supone no tanto palabras cuanto obras y, especialmente, cargar con la cruz. Y, para ello, el pastor requiere de las luces y mociones del Espíritu, pues desde ella es que podrá contemplar a su grey en el contexto de su 22 SAN JUAN DE ÁVILA, «Carta 177. A don Pedro Guerrero, electo arzobispo de Gra nada (Montilla, 2 abril [1547])», in Obras Completas. IV. Epistolario, ed. L. Sala Balust - F. Martín Hernández, Madrid 2003,589. [335]

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