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Apuntes para una espiritualidad sacerdotal en la comprensión del papa Francisco 3. Un ministerio de unidad y esperanza Más allá del elemento de diferenciación específica de los ministe ños, los Padres de la Iglesia subrayan cómo, dentro de la única familia eclesial, todos somos hermanos y disfrutamos de igual dignidad. Es decir: todos llaman a Dios Padre y se refieren a él con la misma confianza; todos han sido regenerados de la misma madre y alimentados por la misma comida. Y, por lo mismo, a todos es presentado un único objetivo. Esto no obsta para que, como ha puesto de relieve san Juan Crisóstomo, en esa misma comunidad de hermanos «hay uno que manda y los otros obedecen»7. El sacerdote transmite la obra salvífica de Cristo en deter minadas acciones, por las que ha sido tomado por Cristo para un servicio permanente, pero no en una presencia estática y sustancial; sino que ser sacerdote implica necesariamente la relación directa con una manera de estar. Algo que no se agota en la proclamación de la Palabra, en la ad ministración de los sacramentos, ni en la dirección de la comunidad. Pre cisamente, por este motivo, en la historia de la espiritualidad, un elemento que ha cobrado una fuerza carismática especial han sido los estados o formas de vida. Incluso en una categorización que hoy nos re sulta extraña; en razón de una mayor o menor perfección, pero que re fiere siempre al ideal que se encuentra en Dios. En el pensamiento de los Padres, la culminación de un ministerio ordenado deberá tener siempre en cuenta que los destinatarios poseen igual dignidad, ya que todos ellos constituyen a un «sacerdocio santo» (iPe 2,5), y son un «reino de sacerdotes» (Ap 5,10). Algo en lo que el papa Francisco ha insistido, con la intención de poner freno al riesgo de clericalismo que frecuentemente aparece en la Iglesia. Esto me parece importante no simplemente por quién hace la afirmación sino porque el pastor, en ningún momento, ha de plantear una lectura autorreferencial, sino que está llamado a facilitar y posibilitar el encuentro con Dios: «El clericalismo entraña una postura auto-referencial, una postura de grupo, que empobrece la proyección hacia el encuentro del Señor, que nos hace JUAN CRIsÓsToMo, «Homilía III (Hch 1,12-26) [5.9]», Homilías a los Hechos de los Apóstoles/L (Homilías I-XXX), Madrid 2010, 126. [3291

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