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SAN ANTONIO EN LA DEVOCIÓN DE ESPAÑA 159 Pero he aquí la última señal, que he recibido de viva voz en 1994: Este año vuelve a colocarse al lado del ambón la imagen clásica de S. Antonio, la más pequeña y hermosa que otrora salía en procesión. ¿ Una devoción reñida con el arte? Quizás es que el corazón no sufre la rémora de los recovecos intelectualistas. El multiforme despliegue antoniano de Santander Al repasar la historia - breve y pletórica en sus setenta y dos años de crónica - de lo que me atrevo a llamar "antonismo" o "anto– nianismo" (sit venia verbo) de los capuchinos de Santander, no sé si puede sonar a nuevo calificarlo de fenómeno excepcional. En relación con S. Antonio, parece que lo extraordinario es paradójicamente lo normal. Como en Gijón, también en Santander los capuchinos comienzan su actividad apostólica en una capilla improvisada. Era el año 1921. Sólo el 20 de febrero de 1944 se inauguraría la nueva iglesia. Pero la imagen de S. Antonio, con el Niño Jesús en los brazos y asistido por un Angel que ofrecía el pan a un menesteroso, fue desde el princi– pio el centro de una devoción popular, que los recién llegados capuchi– nos trataron de fomentar 'bajo el triple aspecto de Martes de S. Antonio, Capillas Domiciliarias y Pan de los Pobres", - dicen las crónicas . Su popularidad rebasó pronto los límites del barrio, de manera que el S. Antonio de los Capuchinos se convierte en el atractivo del Santander devoto. No faltó una prueba dolorosa, que se puede considerar como semilla martirial de la fecundidad futura. Un año de fanatismo antirreligioso desatado - entre 1936 y 1937 - sella con el martirio la entereza espiritual de uno de los religiosos, mientras el mismo S. Antonio, en su bella imagen, es sacrílegamente arrojado al fuego. Pero todo martirio es de algún modo resurrección a nueva vida. En una nueva capilla, también improvisada en el entresuelo de un edificio, los capuchinos reemprenden su labor bajo la protección del Santo de los Milagros. La devoción antoniana del pueblo y el entusias– mo apostólico de los capuchinos dan origen a una iniciativa que va a resultar de un alcance religioso-cultural sorprendente. El 13 de enero de 1941 aparece una pequeña revista titulada "El Santo". Sus pretensio– nes son muy modestas: propagar la devoción a S. Antonio, anunciar los cultos de su capilla y publicar las gracias obtenidas por su media-
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