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158 BERNARDINO DE ARMELLADA llegarse para rezar al Santo de los Milagros, casi como visitando a un preso... Por de pronto, en las novenas sucesivas se procurará exponer en la iglesia una tercera imagen, de corte tradicional, que desde un principio salía en las procesiones. El S. Antonio del altar mayor está demasiado alto para los besos y es poco evocador de simpatías. Las referencias a la novena por parte del cronista de turno rezuman año tras año un devoto optimismo. "Mucha gente", "mucha gente" ... En 1972 apunta su "impresión de que hubo más público que otros años". En 1973 advierte: "Aunque las novenas no están de moda, acu– de mucha gente a esta de S. Antonio". "Crece la afluencia de público", escribe en 1975; y en 1979: "Lleno total de la iglesia". Y en el 13 de junio de 1982 encontramos esta nota curiosa: "A pesar del inicio por la tarde de los Mundiales de Fútbol, los bancos de la iglesia estu– vieron más llenos de devotos de S. Antonio". Otro momento interesante en esta historia antoniana lo marca el año 1983 con motivo de la reestructuración de todo el interior de la iglesia junto con la fachada. El S. Antonio del altar mayor entra de nuevo en cuestión. ¿ Sería ocasión propicia para sustituirlo por la imagen antigua? Esta última, desde algún tiempo subida a la sacristía, era objeto de veneración constante. Para la escultura en bronce se podía hallar un sitio justo al exterior, en la fachada de la iglesia. El cambio no resultó viable. Pero sí se encontró una solución para dar gusto a la devoción de los gijoneses. El nuevo vestíbulo de la iglesia ofrecía un ángulo muy a propósito para la imagen antigua. Y allí está ahora recibiendo las flores y alumbrada por las lamparitas que los fieles le ofrecen, mientras, en el cepillo adjunto, invita amablemente a la solidari– dad. Se comprueba cada día cómo la cercanía material de su figura ayuda al recuerdo espiritual de Dios y al aumento de la caridad con los pobres. Quedan para historias más extensas los detalles que cada año se anotan sobre la devoción antoniana gijonesa. La erección de la iglesia conventual como parroquia, junto con la oportuna adaptación a la nueva sensibilidad litúrgica, ha hecho variar el estilo de algunas actividades y formas de devoción. Síntoma puede ser lo que en 1991 dice la cróni– ca: [Dentro de la Novena] "este año no se ha puesto su imagen (de S. Antonio) al lado del ambón. Ya basta su grande imagen en la pared frontal del Presbiterio. En el cancel de la iglesia está la imagen de S. Antonio con el Niño Jesús, bellísimas las dos imágenes, que presidían antaño el altar mayor. Está la del cancel rodeada de velas y flores".
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