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SAN ANTONIO EN LA DEVOCIÓN DE ESPAÑA 157 predicadores que año tras año, emulaban con su doctrina y su ejemplo al Doctor Evangélico que conmemoraban. La voluntad de algunos fieles de dar culto especial a S. Antonio imitando su caridad hace surgir la "Pía Unión de S. Antonio". En este ambiente no basta la novena anual de junio. Se recuerda a S. Antonio trece martes antes de su fiesta. La "Pía Unión" le dedica un domingo al mes y, hasta 1962, se repite siempre en febrero un triduo solemne "en honor de la lengua incorrupta de S. Antonio", con procesión por el interior de la iglesia. De este triduo dice el cronis– ta en 1943: "Asistió mucha gente, como suele siempre suceder en la funciones extraordinarias de S. Antonio". Después de dos años de silencio (1964-1965) la crónica se refiere a la procesión del 13 de junio de 1964 como "una gran concurrencia de fieles devotos". La procesión de 1965 es calificada literalmente de "apoteósica" y, sobre la de 1969, leemos: "Se nota que, aunque las procesiones empiezan a tener menos acogida, la de S. Antonio resultó muy nutrida y recogida". Un paréntesis de por sí insignificante en esa misma crónica de 1969 refleja la especie de drama entre lo tradicional y lo nuevo que por aquellas fechas vivió la piedad popular antoniana de Gijón: la procesión se hizo "(con una imagen del Santo acorde con la figura tradicional)". Es una alusión clara a la imagen "no tradi– cional" del nuevo S. Antonio que había aparecido por entonces en la iglesia. De hecho, se acababa de remodelar el presbiterio en un estilo en que no tenía cabida el camarín anterior de S. Antonio ni tampoco su imagen de corte clásico. En su lugar se fijó en el nuevo frontal o ábside una gran escultura de bronce representando un S. Antonio de línea moderna y de facciones más bien rudas, poco acordes con los rasgos suaves a que se ha acostumbrado la devoción popular. A esto se añadía el ser un S. Antonio sin el Niño Jesús. Sobre todo esto último hizo arreciar tanto las críticas que el escultor hubo de acce– der a completar su obra con un Niño Jesús. A la figura del Santo, con los brazos pendientes y rígidos a lo largo del cuerpo, se le colocó el Niño pegado al pecho y con los brazos abiertos en señal de acogida. Era diciembre de 1970. No podía ser tiempo más inoportuno para el nuevo Niño antoniano, que, con sus rasgos duros, iba a ser instintiva– mente comparado con el "bello y lindo" Jesusín del pesebre. Entre tanto, en un sótano bajo la sacristía sigue recluido el S. Antonio del antiguo retablo. Y era allí, a donde algunas personas pedirán

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