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378 GERMÁN ZAMORA La reelaboración de F. Sirletti y N. Valentini (s. XIX) Afecta, sobre todo, a la parte superior de la escena general y, dentro de ésta, al encuadre decorativo, es decir, a aspectos secundarios del episodio conmemorado. La acción se describe, como en el caso precedente, en pos1c1on inversa a la del modelo de Villamena. Correspondiendo la ambientadón más a la de un templo, o a la de una mansión señorial, la puerta donde ocurre el encuentro del peregrino con la esposa de Pedro de Bernardone es bastante más solemne que en los dos casos precedentes. Esa puerta se divisa, desde el plano principal de la escena, a través de un arco peraltado y está coronada por un frontón con tres torretas o chapiteles y arco trilobulado en su interior; a través de ella se accede al establo por una amplia gradería. Es en el vano de tal puerta, donde atiende a un peregrino una dama elegantemente vestidas. Felipe Thomassin, epígono de Villamena (1603) Llega casi a fundir en unidad de espacio y tiempo lo que en su maestro acaecía en lugares y momentos diversos. La puerta de la casa de los Bernardone ya no da a la calle, sino al establo mismo, y es allí, con la madre todavía en el umbral y el peregrino ya en el establo, donde éste le da el consejo, acompañándolo con el gesto de su mano entreabierta. Por tal razón, los perfiles de ambas figuras han perdido la indeterminación de lo pretérito y cobrado la nitidez de lo inminente. Apenas la densa oscuridad, en que se inscribe la presencia de Pica, permite separarla de la escena contigua, en que reaparece con su hijo recién nacido. El peregrino, en cambio, está tan dentro de un episodio como del otro, aunando su doble mensaje (el de precisar el sitio donde debería nacer Francisco y el de precaver contra las asechanzas del demonio). Por ello su semblante e indumentaria se iluminan ya con la luz irradiada del suceso principal. Su faz, irreconocible en Villamena, es aquí la de un anciano de vista penetrante; luce barba puntiaguda, le cae ondulando ligeramente sobre el cuello la guedeja, y el sombrero, que el viandante del protomodelo se encasquetaba a fondo, se lo ha echado el de Thomassin graciosamente a la espalda. Va descalzo y el bastón, que alza en la diestra, recuerda un observantiae ergo dicauit / lo. Iacobus de Rubeis formis Romae 1649 [esta línea se inscribió sobre un texto tachado]; B: 1; C: 108 x 76 mm.; D: incisión; E: l. F. Villamena, 3. F. Thomassin, 4. y 5. Santiago de Rubeis; F: Roma; G: 1608 [1649]; H: Ne quicquam poterat puerwn presepe docebat / / Hospes ne primum gignere pica parens. / No poteua la Madre partorire Francesco: se / primo dal Pelegrino non / era istrutta anclare nella stalla. // No pudiendo parir la madre de Franc.co un / Angelo en forma de peregrino dijo que la lle/vasen a una caballeriza y allí pario; /: manierismo; J: obs.; K: s.s.; **. - Repárese cómo en la traducción espaüola el peregrino se ha convertido en ángel. 5 A: V-BI-1 (12); C: Ca. 103 x 78 mm (* 257 x 170 mm); D: litografía; E: l. Villamena, 2. N. Valentini, 3. F. Sirletti; G: 2• mitad del siglo XIX; H: LA MADRE DI FRANCESCO / E' avvisata da uno, in abito di Pellegrino, che non avrebbe partorito, se non in una stalla, /: neogótico; K: N. Valentini dis. / F. Sirletti inc.; **

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