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420 GERMÁN ZAMORA 2. La intención crítico-sarcástica Su representante nato, y único en las colecciones del Museo, es Bernardo Picart, al servicio de los reeditores de L'Alcoran des Cordeliers (1734). Su novedad iconográfica estriba mucho menos en la creación de modelos que en la re-creación de su finalidad. Esta era tato caelo diversa de la perseguida con su obra por los artistas y editores que lo prece– dieron y que lo seguirían en el tiempo (como, en parte, ya vimos). Si todos ellos se alinean, intencionalmente, con el punto de vista del Pisano, nos hallamos aquí con su impugnadón frontal y el afán de reducirlo al absurdo religioso. Ese empeño, que venía de siglos atrás, es atribuible, ante todo, a los inspiradores de Picart; y no, por conocido, desmerece recordarse. Martín Lutero achacó a los secuaces de Francisco de Asís el haber suplantado el Evangelio con las Conformidades y a Jesucristo con su propio fundador - razón, según él, de que tantos bautizados hicieran gala de llamarse «Francisco» o «Clara» (!) 103 • Lanzaba estas acusaciones en el prólogo al libelo de su discípulo Erasmo Alber contra el famoso monumento franciscano. A juicio de Alber, los imitadores de tan indigno remedo del Redentor habían hecho de las Conformidades el corán de su fanatismo. Esta idea le sugirió un título de « bestseller » en aquella época de guerras de religión, combatidas con la espada y con la pluma. Su anti-Conformidades, compuesto de extractos de la obra del Pisano con su refutación al canto, se llamaría Alcoranus Franciscanorum (Francfort 1542) 104 • No mucho después publicaba Conrado Badius la ver– sión francesa en su imprenta de Ginebra (1556), a la que siguieron, sin tardanza, dos ediciones más. Si las Conformidades eran, para Badius, un libro « maudit et execrable » - como escribe en el prefacio a su traducción -, su autor no podía menos ele pertenecer a « l'ordre des diables Mineurs, di-je, maicurs ». De tal palo, tal astilla: todo el infierno junto no habría logrado amasar mayores blasfemias contra lo santo que las apiladas por fray Bartolomé. Si él las exhumaba de nuevo, era sólo para ver de desengañar a los ingenuos papistas, arrancando la máscara a « ces bordcaux des Cordeliers et Cordelieres », que los mantenían en el engaño; además, su Corán salía a luz con aclaraciones marginales, que ea anim:1tus fiducia, Te quoque, ut qui Sanctae Romanae Ecclcsiae Presbyteros semper amasti, sernper adeo coluisti, ut eos et ipsis Angelis praeferres, nullo unquam tempore rnihi defuturum in opportunitatibus, in tribulatione, qui vivo, ac morior, o Seraphice Francisce ! Tuus Humillimus, obligatissimus ac devotissimus servus Matthaeus Hemer, Presbytcr indignus ». 103 L'Aicoran eles Co ,deliers, cd. de !734, I, 371. 104 !bid. 378-391. « Collegi vero ex multis Legendis supra quingentas particulas, guas ex Latino in Germanicum sermoncm transtuli, ac rnajorem p::trtem illarum é libro quodam dcscripsi, quem vocant Librum Conformitatum, non alio loco habitum ab ipsis, quam Alcoranus a Turcis » (ibid. 380-381) .
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