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414 GERMÁN ZAMORA En cuanto a los personajes de la ceremonia, interesa, ante todo, el padrino. Las estampas iluminadas por alguna inscripción, hablan siempre de él como de un huésped misterioso, y más exactamente, «celestial», aunque su origen se camuflara bajo la apariencia de un mendigo de carne y hueso. ¿ De dónde pudo provenir la « angelización » de éste ? Si comparamos los textos de esas inscripciones con el del pasaje en que el Pisano detalla el comportamiento de su ángel peregrino con Francisco el día de su nacimiento, advertimos entre ellos sorprendentes coincidencias verbales y de sentido, como revela esta sinopsis: el ángel con el recién nacido (en B. de Pisa): « angelus in specie peregnm [ ...] eum in suis ulnis accipiens eius humeris in parte dextra cru– cem impressit statim disparuit ». el ángel con el bautizando (v. gr., en Villamena y sus epígonos): « caelicus infantem sanctas capit hospes in ulnas signat et astra petit ». El paralelismo aumenta en la traducción de algunas inscripciones, como en la española de la letra puesta a la incisión de F. Thomassin (1649): « Un Angel en figura de peregrino tuvo a Francisco en el bautismo y en bendiciéndolo desapareció ». El elemento diferencial de bloques semánticos materialmente tan afines lo constituye la función del misterioso intruso en cada uno de ellos: la de nuevo Simeón en el pasaje del Pisano y la de padrino en las estampas del bautismo. Pensamos que ese modesto examen comparativo ofrece base para ver en el aparato del bautismo de Francisco, en lo relativo a su celestial padrino, una construcción posterior, elaborada con materiales de la visita del ángel peregrino al recién nacido. Evidencia adicional podría aportar el entramado casi inconsútil en que ambos episodios pasaron a la Leyenda de los tres compañeros, donde no sólo se los aúna en la fecha, sino en muchos pormenores y personajes, aunque no se haga intervenir al peregrino en la regeneración del hijo de los Bernardone p;¡_ Francisco, de Juan-Francisco, día y Jugar del bautismo, etc. Por no contener alusión explícita a éste, tampoco entran en consideración otros textos primitivos, en sí de gran interés, como el inicial del capítulo I de Los Tres Compañeros: « Franciscus de civitate Assisii oriundus quae in finibus Spoletanae vallis est sita, Iohannes prius est vocatus a matre, a patre vero tune redeunte de Francia in cuius absentia natus erat, Franciscus est postmodum nominatus » (Th. Desbonnets, ed. cit., 90 n. 2). 87 Ni debe olvidarse el probable influjo de L. Wadding en los artistas posteriores a la edición de sus Annales. Así, su testimonio es citado también aquí, por los editores de las incisiones de M. van den Enden, no obstante no haber ilustrado el episodio del bautismo.

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