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382 GERMÁN ZAMORA actitudes de los tres del primer plano (la madre yacente, la dama que la reclina y la que, sentada, se ha hecho cargo del bebé) repiten de cerca la idea de Villamena, no así las tres restantes. Una, en pie, sostiene un caldero de agua, otra, de rodillas, se dispone a lavar al recién nacido y la última, también en pie, pero detr,ás, alza los brazos gesticulantes y como esperando trabajo. La mujer que tiene al niño en su regazo, vistiéndolo o enjugándolo, es nuevamente la nodriza, pronta a darle el pecho. Pica no yace directamente sobre el suelo, sino sobre un confortable colchón con cojines. A animar más el cuadro concurren las bestias del establo que, desde el fondo, adelantan su testuz sobre la escena 13 • En J. Ligozzi y F. Corsi Pintado su fresco ocho años después de la incisión de Francisco Villamena, son evidentes algunas influencias de éste en la composición, sin menoscabo de la originalidad del artista veronés. La madre ocupa el centro de la narración y su cuerpo resbala, vencido por el dolor, sobre los brazos de dos damas, hasta descansar en el pavimento tapizado de paja. Una de esas damas, bien arremangada todavía, es, obviamente, la partera, que ha concluido felizmente su labor; la otra, la nodriza, ha reclinado al niño en una a lmohada puesta sobre sus rodillas y lo mira sonriente. Otra mujer, en pie, hace desde más atrás un gesto de cariño con las manos, hacia el recién nacido. Por la escalera de la izquierda ha descendido una sexta mujer, asiendo de la mano a un muchacho de pocos años, y sosteniendo en alto con la izquierda un plato, al parecer, con alimentos. El establo se extiende por todo el fondo, detrás de la graciosa agrupación, un tanto amanerada, que forman los numerosos personajes. Resulta elocuente la expresividad de las manos de casi todos ellos: ese y otros rasgos dejan aflorar el manierismo, aun moderado, en que se mueven 14. En A. Viladomat El pintor catalán, y en alguna medida su litógrafo «Abada!», instala su belén franciscano en un ambiente típico y realista de pueblo español. Amigo de escenas secundarias, rodea la principal no sólo con la ya descrita del ángel peregrino, con Pica fuera del establo, sino que, dentro de éste, sitúa discretamente el episodio del parto en el rincón formado por una escalera, a espaldas del grupo en primer plano: en ese ángulo oscuro se delinea apenas la silueta de la madre (se ha borrado por entero la de su ayudanta); la cabeza, malamente dibujada, de una res, que asoma por la izquierda (en el original, por la derecha), contribuye a aislar del resto el espacio propiamente natalicio. Delante de él aparece una matrona sentada, con un niño en el regazo. A sus pies se ha postrado 13 Cf. supra, nota 6. 14 Cf. supra, nota 7,

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