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548 BERNARDINO DE ARMELLADA divina al fin sobrenatural, parece que encontraría la paz y quietud de su deseo natural de perfección en un conocimiento abstracto de Dios. ¿Cómo es esto compatible con un deseo natural innato de la visión intuitiva y concreta de Dios? Porque en el supuesto de que tal deseo subsistiera, el alma continuaría inquieta en su aspiración óntica por supe– rar el conocimiento meramente abstracto. No habría llegado así a la plenitud de su perfección 37 • Sea o no satisfactoria en todos los deta– lles, la respuesta de Krisper no es nada confusa: En el conocimiento abstracto de Dios, que, con Aristóteles, se supone que constituye el máximo objeto quietativo de la función intelectual, se lograría solamente una quietud relativa. Se reposaría, aunque no como en un fin absoluta– mente último y perfecto. Recuerda aquí el conocido ejemplo de la mate– ria en potencia natural para formas diversas. Con ello cree poder dar luz a su explicación: El alma no se encontraría violenta en la posesión imperfecta de Dios de un modo natural, lo mismo que la materia prima no se siente violenta bajo la forma de caballo, aunque le falta evidente– mente la perfección superior que tendría bajo una forma más perfecta como es el alma racional. De modo semejante, pues, a lo que acontece con la materia respecto de las formas, así se comportan las potencias del alma en relación con sus objetos 38 • Aunque las proporciones materia-forma y potencia-objeto tienen diferencias importantes en la con– sideración escolástica, la mente de nuestro autor queda bien explícita: En el posible estado de naturaleza pura - que ni se discute siquiera -, existiría en el ser racional, en fuerza de su misma naturaleza, ese apetito o inclinación innata - pasiva - en virtud de la cual la perfec– ción sobrenatural sería siempre objetivamente su máxima perfección, in– dependientemente de la ordenación de Dios y de cualquier deseo elícito del alma que supusiera un conocimiento de la posibilidad del orden 37 "Dices: sí ruúma ratíonalís non esset elevata ad fínem supernaturalem, quíes– ceret in notltla abstractíva Dei: ergo nec modo appetít íntuítívam. Probo conseq. Sí modo appeteret íntuítívam naturalíter, tune in ílla abstractiva esset víolenter: ergo": ibid., p. 397a. 38 "Contra: Distinguo antecedens: Quiesceret in notítía abstractíva ultimate et per– fecte, nego: non ultimate et imperfecte, concedo antecedens et nego consequens. Ad cuius probam dico animam tune non esse in illa abstractiva víolenter, sicut neque materia prima sub forma equi est violenter, quamvis non habeat formam perfectiorem anímae ratíonalís. Sicut autem materia cum quacumque forma habet suam perfectíonem, ita et anima cum quacumque cognitione habet perfectionem": ibid..

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