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140 BERNARDINO DE ARMELLADA de la España nuestra, blancos lirios del páramo sediento que en aroma conviértennos la queja" 10 • También el convento de León es centro silencioso de una devoción poco clamorosa, pero que se manifiesta en la asistencia a las novena que todos los años se tiene en honor de Santa Clara. Tiene especial relieve la celebración del tránsito de la Santa, que los fieles siguen con especial devoción. Las religiosas, con velas encendidas se colocan, en semicírculo visible al público, alrededor de una mesita donde se expone la reliquia de Santa Clara. Se lee la narración de los últimos momentos de la Santa y al terminar se apagan todas las velas, mientras un rayo de luz penetra por la ventana iluminando la reliquia. Y en ese momento cantan: "Salve, esposa del señor, virgen sagrada, semilla franciscana de los menores. Tú, Clara, que eres signo de pureza, ideal de las hermanas, ayúdanos con tus ruegos a alcanzar el reino de los cielos... " También en León es invocada como Abogada del buen tiempo, apacible y soleado. Se recurre a su intercesión, sobre todo con motivo de celebraciones fawiliares, como bodas, primeras comuniones, para que el día de las respectivas fiestas haga buen tiempo. Como acción de gracias existe la costumbre inmemorial de ofrecer a Sta. Clara, al igual que en otras regiones, una docena de huevos, que en León entregan a las Clarisas. El convento de Clarisas de Astorga (León) da nombre al barrio de su ubicación. También allí hay la costumbre de acudir a la Santa pidiendo buen tiempo y llevando a las religiosas la consabida oferta de huevos. También encienden velas en honor de Santa Clara y piden estampas con su imagen. En la fiesta se tiene un triduo en su honor al que asisten no sólo los vecinos del barrio, sino también otros fieles de la ciudad. Hasta hace algún tiempo había procesión con la imagen de Santa Clara, pero se ha suprimido ante el cambio de estilo de la devoción. El hecho de encontrarse el convento a la vera del Ca– mino de Santiago hace que en él se detengan muchos peregrinos, que frecuentemente expresan su devoción a la Santa también con sus li– mosnas. 10 M. de Unamuno, El Cristo yacente de Santa Clara, de Palencia (cit. al principio del libro de M. de Castro, ofm, El Real Monasterio de Santa Clara de Palencia y Los Enríquez, Almirantes de Castilla, Palencia 1982).

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